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» » » » » » ¿Por qué se convirtió la Tierra en una enorme «bola de nieve»?

Un estudio afirma que la razón fue el comienzo de la tectónica de placas, que tuvo lugar miles de millones de años después de lo que se pensaba




Un equipo de investigadores de las universidades de Texas en Austin y UT Dallas acaba de presentar una atrevida hipótesis que relaciona el comienzo de la tectónica de placas con la etapa de «bola de nieve» de la Tierra, un periodo de drástico cambio climático que congeló completamente nuestro planeta durante varios millones de años.

Los científicos sabían de antemano que sus ideas generarían una agria polémica. Los geólogos, en efecto, suelen situar el inicio de la tectónica de placas hace unos 3.000 millones de años, mientras que la nueva hipótesis sostiene que ese proceso comenzó en tiempos mucho más recientes, en un periodo conocido como Neoproterozóico, que abarca entre hace 542 y 1.000 millones de años.

«Si nos fijamos e las evidencias que se han conservado -explica Nathaniel Miller, coautor de la investigación- resulta evidente la idea de una tectónica de placas moderna, principalmente neoproterozoica e incluso más joven. Pero la mayoría de la gente cree que eso sucedió mucho antes en la historia de la Tierra».

Para llegar a estas conclusiones, Miller y Robert Stern, profesor en el Departamento de Geociencias de UT Dallas, examinaron un conjunto de datos científicos publicados sobre la actividad geológica durante el Neoproterozoico, la era en que la Tierra se convirtió en una «bola de nieve», y encontraron un vínculo entre la tectónica de placas y un mundo que se estaba enfriando rápidamente. El trabajo se publicó en diciembre del pasado año en la revista «Terra Nova».


La Tierra, planeta único

En todo el Sistema Solar, la Tierra es el único planeta que tiene placas tectónicas, con su corteza y manto superior formados por distintas piezas que se mueven lenta e independientemente, creando y destruyendo continentes, cadenas montañosas y volcanes y produciendo terremotos a medida que esas piezas interaccionan.

De hecho, la tectónica de placas es uno de los procesos más transformadores de cuantos suceden en nuestro planeta, y los geólogos creen que ese proceso ha estado activo durante la mayor parte de los 4.500 millones de historia de nuestro mundo. Sin embargo, según Miller y Stern, existe toda una variedad de rastros y evidencias en el registro geológico que podrían ser consistentes con la idea de que la tectónica de placas no comenzó hasta una época mucho más reciente.

Por ejemplo, todas las formaciones rocosas, piedras preciosas y firmas químicas que se sabe están relacionadas con la tectónica de placas datan del Neoproterozoico. E incluso las simulaciones informáticas indican que la Tierra no se enfrió hasta las temperaturas requeridas para la actividad tectónica hasta ese periodo. Los autores también hacen notar que el intervalo geológico que precede al Neoproterozoico adolece de una falta casi completa de actividad geológica, una característica que le ha valido el apodo de «los aburridos mil millones de años» y que podría indicar que, en esos momentos, toda la Tierra estaba cubierta por una única y continua capa de roca en lugar de por las múltiples placas que se observan en la actualidad.

¿Llevó la geología a un enfriamiento global?

Dado que estas «pistas» de la actividad tectónica se superponen en el tiempo con el fenómeno conocido como «Tierra bola de nieve», los investigadores empezaron a preguntarse si existía algún tipo de relación entre ambas cosas, como por ejemplo que el paso de una Tierra con corteza única a otra con muchas placas hubiera podido desencadenar un drástico periodo de enfriamiento global.

«Esta crisis climática -asegura Stern- podría haber sido ocasionada por toda una serie de acontecimientos, pero sin duda la gran causa fue esta auténtica revolución en el estilo tectónico de la Tierra».

El artículo enumera hasta 22 formas diferentes en que la puesta en marcha de la tectónica de placas podría haber provocado un enfriamiento global tan drástico que el mundo entero, de polo a polo, se vio cubierto por una gruesa capa de hielo. Entre esas causas, destacan el surgimiento de volcanes explosivos, cuyas emisiones de azufre contribuyen al enfriamiento, el cambio de orientación del eje del planeta provocado por la ruptura de la capa rocosa única, o el aumento de meteorización de las rocas, proceso que empuja CO2, un conocido gas de efecto invernadero, a la atmósfera.

En su estudio, los investigadores también consideraron las posibles razones «no tectónicas» para el enfriamiento, muchas de ellas de origen espacial, como el impacto de múltiples asteroides o el colapso de los anillos de hielo que podrían haberse formado alrededor del planeta. Si esas fueran las causas reales de que la Tierra se convirtiera en una bola de nieve, la hipótesis de Stern y Miller se vendría abajo. Pero no existen evidencias que confirmen que fueron esos, y no otros, los desencadenantes de la congelación masiva de nuestro planeta.

Si bien todos los posibles mecanismos de enfriamiento han sido descritos previamente en otros artículos de investigación, Stern asegura que su trabajo (y el de Miller) es el primero en plantear la posibilidad de que cada uno de esos mecanismos esté, en realidad, relacionado con la transición a la tectónica de placas, una idea que él describe como «radical».

«Durante mucho tiempo -afirma Stern- la gente ha estado diciendo que siempre ha habido placas tectónicas... pero creo que eso podría ser producto de la imaginación».

Una hipótesis entre otras

Otros investigadores, por supuesto, no comparten la teoría de Stern y Miller. Como por ejemplo Graham Shields, profesor de Geología del University College, de Londres, quien afirma se necesitan más evidencias antes de poder afirmar que el efecto «bola de nieve» está vinculado al inicio, y no solo a un momento, de la tectónica de placas. «¿Cómo podemos distinguir su hipótesis de inicio tectónico de otras hipótesis -afirma el científico- muchas de las cuales, además, también están relacionadas con la tectónica y el ciclo bien establecido de los supercontinentes?».

Los autores, sin embargo, se defienden de las críticas señalando que su trabajo solo presenta un posible escenario de la historia de la Tierra, y que, efectivamente, se necesita más investigación para probar definitivamente el vínculo entre el comienzo de la tectónica de placas y la Tierra «bola de nieve».

«En nuestro campo -concluye Stern- las revoluciones no ocurren a menudo o fácilmente. Primero siembras ideas, y luego vas y buscas más datos que las apoyen o que las rechacen».


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