Un objeto de otro sistema estelar, que apareció brevemente en nuestro cielos como si fuera un asteroide, ha resultado ser un minúsculo cometa interestelar.
Oumuamua, que en hawaiano significa ‘el mensajero que llegó el primero’, fue descubierto por astrónomos del proyecto Pan-STARRS de Hawái en octubre del año pasado, cuando el objeto se acercó a la órbita terrestre. Las observaciones de seguimiento realizadas por la Estación Óptica Terrestre (OGS) de la ESA en Tenerife (España) y otros telescopios por todo el mundo han ayudado a determinar su trayectoria.
Los astrónomos habían detectado a Oumuamua aproximadamente un mes tras su perihelio, mientras se introducía con un trayecto muy inclinado en la órbita de Mercurio. Con una velocidad de unos 114.000 km/h a fecha de 1 de junio de 2018, Oumuamua es lo bastante rápido como para escapar de la atracción gravitacional del Sol y poder salir de nuestro Sistema Solar.
Como se cree que los cometas interestelares son más numerosos que los asteroides interestelares, en principio nuestro misterioso visitante se identificó como un cometa. No obstante, en las imágenes no se vieron indicios de emisiones de gas o de un entorno polvoriento, lo que ha llevado a clasificarlo como el primer asteroide interestelar.
Pero aún nos aguardaba un nuevo vuelco en la trama.
A partir de las observaciones iniciales, un equipo de astrónomos liderado por Marco Micheli, de la ESA, siguió efectuando mediciones de alta precisión del objeto y su posición desde instalaciones terrestres y el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA. Las imágenes finales se tomaron con Hubble en enero, antes de que el objeto dejara de verse con claridad a medida que se alejaba.
Al contrario de lo esperado, el equipo descubrió que el objeto se estaba desviando ligeramente de la trayectoria que habría seguido si solo se viera influido por la gravedad del Sol y los planetas.
‘Oumuamua’s journey through our Solar System
“Descubrimos por sorpresa que Oumuamua no deceleraba como si solo hubiera estado sometido a fueras gravitatorias”, explica Marco, autor principal del artículo que da cuenta de los hallazgos del equipo, publicado el 27 de junio en la revista Nature.
Un análisis riguroso excluyó varias hipótesis, como que su movimiento se viera afectado por la presión de la radiación o los efectos térmicos del Sol, o por la interacción del viento solar. También se descartó la colisión con otro cuerpo que hubiera alterado su trayectoria, y se consideró poco probable que hubiera dos cuerpos independientes y unidos por gravedad.
“Probamos numerosas alternativas y la más plausible es que Oumuamua sea un cometa y que los gases que emanan de su superficie causan las minúsculas variaciones en su trayectoria”, señala Davide Farnocchia, de JPL de NASA y miembro del equipo.
En cualquier caso, se calcula que Oumuamua es muy pequeño, con un diámetro de solo varios cientos de metros.
Los cometas contienen hielos que pasan directamente del estado sólido al gaseoso cuando el Sol los calienta, arrastrando así el polvo de la superficie hasta crear una suerte de ‘atmósfera’ difusa y, en ocasiones, una cola. La expulsión de gas a presión podría llegar a perturbar la trayectoria prevista si solo influyeran las fuerzas gravitacionales.
Sin embargo, el equipo aún no había detectado material polvoriento ni firmas químicas, que normalmente caracterizarían un cometa, ni siquiera en las imágenes más profundas de Hubble. Por consiguiente, llegaron a la conclusión de que Oumuamua debía de haber liberado una cantidad muy pequeña de polvo, o quizá un gas más puro, sin mucho polvo, lo que explicaría su no detección.
Estación Óptica Terrestre de la ESA
“Nos sorprendió enormemente que Oumuamua primero pareciese un asteroide, ya que esperábamos que los cometas interestelares fueran mucho más abundantes, así que al menos hemos resuelto ese enigma —reconoce Olivier Hainaut, del Observatorio Europeo Austral—. Sigue siendo un objeto muy pequeño y extraño, pero al final nuestros resultados tienden a identificarlo como un cometa y no como un asteroide”.
“Este objeto sigue albergando numerosos misterios, pero es que viene de otro Sistema Solar, del que no sabemos nada”, añade Marco.
“Los visitantes interestelares como este son fascinantes desde el punto de vista científico, pero extremadamente raros —admite Detlef Koschny responsable de actividades relacionadas con los objetos cercanos a la Tierra del programa de la ESA para el Conocimiento del Medio Espacial (SSA) —. Los objetos originados en nuestro Sistema Solar son mucho más comunes y, como pueden suponer un riesgo de impacto, estamos trabajando para mejorar nuestra capacidad de hacer cada noche un barrido del cielo con telescopios como nuestra Estación Óptica Terrestre, que ha contribuido a este fascinante descubrimiento”.
Cada 30 de junio se celebra el “Día del Asteroide”, con el objetivo de concienciar sobre estos objetos y la protección de nuestro planeta frente a un posible impacto. Este año, la ESA y el Observatorio Europeo Austral retransmitirán un webcast en vivo con entrevistas y noticias sobre algunos de los últimos resultados científicos relacionados con los asteroides. El webcast podrá verse el 30 de junio a partir de las 13:00 CEST en www.esa.int/asteroidday.
esa
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