Una
nueva investigación arroja luz sobre los rasgos diferentes de nuestros
primos extintos, capaces de consumir 4.480 calorías diarias
Nariz prominente, pómulos hundidos, mandíbula superior saliente... Ese era el peculiar aspecto de los neandertales, la otra especie humana inteligente con la que llegamos a relacionarnos en Europa y que se extinguió hace unos 42.000 años por causas desconocidas. Nuestros primos cercanos tenían rasgos distintos a los nuestros por una razón que ha sido largamente debatida, pero investigadores del Museo de Historia Natural de Londres creen haber dado ahora con la respuesta, que publican en la revista Proceedings of the Royal Society B. La mejor adaptación a un clima frío y su gran consumo de energía pueden estar detrás de sus narices superlativas.
Investigaciones previas habían sugerido una serie de posibles explicaciones para el rostro tan poco agraciado de los neandertales. Una de las más aceptadas decía que permitía una mordida contundente con los dientes frontales, lo que se sustenta en sus incisivos grandes y los signos de desgaste dental. Pero el nuevo estudio rechaza esa hipótesis y refuerza otra antigua creencia, la de que la narizota y los rasgos que la acompañan les servían para humedecer y calentar el aire inhalado. Esto podría deberse a una adaptación evolutiva al intenso frío de los períodos glaciares o para facilitarles su gran consumo de energía, ya que requerían hasta 4.480 calorías al día para encontrar comida durante el invierno y mantenerse calientes. En comparación, un humano moderno necesita de media 2.500 calorías. Una ingesta tan alta requiere más oxígeno para quemar azúcares, grasas y proteínas en las células para producir energía.
Los científicos llegaron a esta conclusión tras examinar las similitudes y diferencias entre los cráneos de tres especies humanas en reconstrucciones virtuales de tomografías computarizadas. En total, reconstruyeron once cráneos de nuestra propia especie, el Homo sapiens (uno de la Edad de Hielo), tres neandertales y uno de otro homínido extinto, un Homo heidelbergensis encontrado en África.
Los resultados de simulaciones computacionales revelaron, en contra de lo que creían otros investigadores, que los neandertales no tenían una mordida particularmente poderosa en comparación con los sapiens, que incluso podrían haber tenido ventaja en este punto. Pero sí hallaron diferencias claras en la capacidad de calentar y humidificar el aire inhalado por la nariz. Los humanos modernos y los neandertales resultaron los más eficientes, al mostrar una adaptación a climas más fríos y secos que el Homo heidelbergensis.
Resoplidos y jadeos
Las fosas nasales de los neandertales eran aproximadamente un 29% más grandes que las de los humanos modernos. Pero no solo importa el tamaño. Resulta que los neandertales y, en menor medida, el Homo heidelbergensis, eran capaces de mover el aire a través de sus fosas nasales a un ritmo mayor que los humanos modernos. Eso, dicen los investigadores, podría ayudar a mantener un estilo de vida activo que implica muchos jadeos, resoplidos y una respiración entrecortada.
«Las demandas calóricas de los neandertales eran enormes en comparación con las nuestras: se movían mucho, probablemente tenían peor ropa y por lo tanto tenían que quemar mucha más grasa corporal para mantenerse calientes», explica al diario británico «The Guardian» Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres y coautor del nuevo estudio. Además, cree que la respiración nasal también podría haber sido útil en un clima frío.
Los neandertales surgieron en Europa, Asia Central y el Medio Oriente hace unos 200.000 años. Desaparecieron hace unos 42.000 años, coincidiendo con la salida de humanos modernos fuera de África. Los dos grupos se superpusieron brevemente y se cruzaron, y hoy en día todos, excepto los africanos, tenemos alrededor del 1,5% - 2,1% del ADN neandertal.
Considerados durante mucho tiempo como bestias sin inteligencia, estudios recientes han empezado a dar una imagen de los neandertales como seres sofisticados que hacían arte, se ocupaban de los ancianos, enterraban a sus muertos y pudieron haber sido los primeros joyeros, aunque probablemente también eran caníbales.
ABC
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