Debido a su extrema sequedad, el desierto de Atacama en Chile es uno
de los entornos más importantes en la Tierra para los investigadores que
necesitan aproximarse a las condiciones reinantes en Marte.
El robot, con su broca elevada y visible
en la parte delantera, con el brazo anclado y los instrumentos
cerrados. (Foto: NASA/CampoAlto/V. Robles)
El equipo del proyecto ARADS (por las siglas en inglés de Atacama
Rover Astrobiology Drilling Studies) de la NASA, acaba de completar su
segunda temporada de ensayos en esta región. El proyecto tiene por
objetivo demostrar que es posible para un robot moverse por zonas
marcianas de difícil acceso, hacer perforaciones en ella y buscar
indicios de vida, certificando así el valor científico y la viabilidad
tecnológica de una misión que busque rastros de vida en Marte.
Un total de 35 personas pasaron un mes probando herramientas y
recogiendo datos científicos sobre cómo subsiste la vida actualmente en
el desierto de Atacama y cómo se desarrolló en este entorno. Las
condiciones de extrema sequedad pueden llevar presentes aquí al menos
entre 10 y 15 millones de años, y quizá más. Si a ello añadimos la
incidencia habitual de una fuerte radiación ultravioleta solar, eso
significa que es poca la vida en forma de microbios que existe en
Atacama, subsistiendo bajo tierra o incluso dentro de rocas.
De la misma manera, si existe o existió vida en Marte, la sequedad de
la superficie del planeta y la amplia exposición a la radiación
probablemente la condujeron bajo tierra. Por eso Atacama es un buen
lugar para practicar su búsqueda en Marte.
Hasta que los humanos podamos ir a él, las misiones robóticas se
ocuparán de esta tarea, con algunas futuras que sondearán la superficie y
perforarán el subsuelo en ubicaciones prometedoras. Durante su estancia
de un mes en el núcleo hiperárido del desierto, cerca de la Estación
Yungay, el equipo de ARADS ensayó tecnología con este objetivo,
incluyendo un robot KREX-2 desarrollado en el Centro Ames de
Investigación de la NASA, que transporta una broca ligera y de bajo
consumo de dos metros de longitud, junto con un brazo para la
transferencia de muestras. La campaña de este año estuvo acompañada por
tres instrumentos de detección de vida, situados cerca, que recibieron
las muestras obtenidas por la broca.
Entre los instrumentos están el WCL (Wet Chemistry Laboratory),
desarrollado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA,
que ya voló en la misión Phoenix de 2007 a Marte, y el SLD (Signs of
Life Detector), aportado por el Centro de Astrobiología español, que
buscará 512 compuestos biológicos diferentes. Las dos herramientas
fueron probadas en febrero de 2016, y este año han regresado para más
ensayos.
En 2017 se ha añadido el MLA (Microfluidic Life Analyzer), un
instrumento del JPL. Procesa volúmenes minúsculos de muestras fluidas
para aislar aminoácidos, una pieza básica de la vida.
El resultado global de las pruebas realizadas en esta nueva campaña
es bueno. Quizá lo más destacable sea que se ha conseguido obtener
muestras para los tres instrumentos tras perforar a profundidades de
hasta 2 metros.
NCYT
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