1. El peso del cerebro
2. Un pequeño fallo
3. Demostración varonil
4. Como la mantequilla
5. El telegrama de dirichlet
Theodor Ludwig Wilhelm Bischoff nace el 28 de octubre de 1807 en Hanóver, falleciendo el 5 de diciembre de 1882 en Múnich. Fue un biólogo y anatomista alemán. Centró sus estudios en el área de la embriología. Profesor de anatomía en la Universidad de Heidelberg, de fisiología en la Universidad de Giessen y de ambas materias en la Universidad de Múnich fue uno de los anatomistas de mayor prestigio en Europa en la década de 1870.
Una de sus ocupaciones era el pesar cerebros humanos, y tras años de acumular datos observo que el peso medio del cerebro de un hombre era 1350 gramos, mientras que el promedio para las mujeres era de 1250 gramos. Durante toda su vida utilizo este hecho para defender ardientemente una supuesta superioridad mental de los hombres sobre las mujeres. Siendo un científico modelo, a su muerte dono su propio cerebro para su colección. El correspondiente análisis indicó que pesaba 1245 gramos.

El gran Leonardo da Vinci, pintor, científico, ingeniero, inventor, anatomista, escultor, arquitecto, urbanista, botánico, músico, poeta, filósofo… Fue pionero en muchas de las disciplinas a las que se dedicó. Una de estas disciplinas en las que Leonardo trabajó fue la Anatomía humana. Sus estudios anatómicos recogidos en el “Manuscrito Anatómico” (1510-1511) se centran en los intentos de comprender el funcionamiento del cuerpo humano. Además, se sirvió de sus artes pictóricas para elaborar dibujos detallados del cuerpo humano. Como ya he dicho antes, debido a las limitaciones propias de la época cometió algún “pequeño” error:
El pene estaba conectado con los pulmones que eran los que les insuflaban el “aliento” necesario para la erección.

- La longitud promedio del chorro de orina durante los diez días anteriores a la primera inyección era inferior a la de los veinte días siguientes.
- Después de los primeros días de mis experimentos he tenido una gran mejoría en lo que respecta a la expulsión de materia fecal.
Gaspar Balaus médico y poeta del siglo XVII tenía una manía que, a la postre, le acabaría costando la vida: estaba convencido que estaba hecho de mantequilla. Esta creencia le llevó a evitar cualquier fuente de calor (una chimenea, una lámpara, etc) para no derretirse. Un día muy caluroso, con un sol inmisericorde, temió fundirse y se arrojó de cabeza a un pozo, donde murió ahogado.
La historia de Gaspar Balaus lleva al extremo una alteración de las facultades mentales denominada paranoia. Concretamente, padecía el llamado delirio paraonide hipocondríaco (aunque existen otros, el más común el de grandeza). La paranoia (o manía persecutoria en términos coloquiales) es una afección psiquiátrica donde una persona muestra sintomas de desconfianza de los demás y el mundo que le rodea de forma prolongada.
No conocemos sus causas, aunque la estadística ofrece un dato: es más común en familias con trastornos psicóticos, lo que sugiere que los genes pueden estar involucrados, aunque los factores ambientales también pueden jugar un papel importante. De hecho, la terapia resulta fundamental para los que la padecen. Tampoco se puede afirmar que los trastornos paranoides estén asociados a tener un mayor coeficiente de inteligencia, aunque sí es cierto que la gente con propensión a ella suele tener razonamientos más complejos que el resto; pero complejo o elaborado no es algo que necesariamente vaya ligado a un nivel de inteligencia alto. Aunque no es menos cierto que las personas más inteligentes son también las más dadas a sentirse inadaptadas y, por lo tanto, a desarrollar patologías como esta.
. Veamos cómo fue
Fue educado en Alemania, y después en Francia, donde aprendió de muchos de los más renombrados matemáticos de su tiempo, relacionándose con algunos como Fourier. Tras graduarse, fue profesor en las universidades de Breslau (1826-1828), Berlín (1828-1855) y Gotinga, en donde ocupó la cátedra dejada por Gauss tras su muerte. Sus aportaciones más relevantes se centraron en el campo de la teoría de números, prestando especial atención al estudio de las series, y desarrolló la teoría de las series de Fourier.
Y ahora que lo conocemos un poco mejor vayamos al tema. A Dirichlet no le gustaba nada escribir cartas, era una cosa que detestaba porque decía que era perder el tiempo. Pero con el nacimiento de su primer hijo tubo que informar a su suegro de tal evento, y lo hizo mediante un telegrama en el que indicaba: “1 + 1 = 3“
Escueto ¿verdad? Pero lleno de significado. Quizá con esto lo que buscaba era incrementar aún más la intensidad de esa grandiosa noticia.
Dirichlet venció su resistencia a la escritura eliminando de la misma todo rasgo convencional y puso en los términos más bellos que pudo imaginar su extraordinaria leyenda.
- Anecdotas y curiosidades de la ciencia... Primera parte
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