Pope
John Read,
catedrático de Química en la Universidad de St. Andrews trabajó en el
laboratorio de sir William Jackson Pope (1870-1939) en Cambridge.
Pope fue
uno de los fundadores de la estereoquímica y trabajó estudiando el comportamiento
de ciertos compuestos ante luz polarizada.
Pope y sus
colegas habían preparado varios de estos compuestos ópticamente activos (como
se les llama), basados también en otros elementos distintos del carbono.
Éstos
incluían algunos compuestos de azufre, muchos de ellos, como el sulfuro de hidrógeno, altamente
malolientes.
Ahora,
Pope quería ver si la actividad óptica se vería alterada al cambiar el átomo
central de azufre por su pariente próximo, el selenio.
El
compuesto de Pope era bromuro de metiletilselenetina. Read cuenta:
"En nuestras investigaciones en Cambridge, una varilla de selenio, contenida en un largo tubo de ensayo de vidrio duro, era calentada en una corriente de hidrógeno con una intensa llama Bunsen. El selenio desaparecía lentamente por su conversión en seleniuro de hidrógeno, y la mezcla resultante de dicho gas con el hidrógeno caía sobre hidróxido de sodio con alcohol. La solución resultante de seleniuro de hidrógeno sódico se calentaba primero con un equivalente de yoduro de etilo y, en segundo lugar, con equivalentes de yoduro de metilo y etóxido de sodio. El seleniuro de metiletilo tenía que ser calentado luego con ácido bromoacético para dar el inofensivo bromuro de metiletilselenitina.
La operación inicial se conseguía cómodamente en el laboratorio cerrado pero para las etapas siguientes, debido al tremendo olor, se encontró necesario trabajar en la azotea del edificio con el operador de espaldas al viento. El seleniuro se utilizaba sólo en pequeñas cantidades de unos pocos gramos y con estrictas precauciones para evitar que escapara al aire pero, en cualquier caso, los incidentes que siguieron fueron dignos de la imaginación de un Wells y la pluma de un Defoe. Se dice de algunos perfumes que su fragancia plena sólo se hace evidente cuando están muy diluidos. La misma regla parecía aplicarse a los seleniuros alcalinos: el olor se hacía crecientemente insoportable con la dispersión; de hecho parecía pasar del reino de los olores al de una espeluznante sensación de pesadilla. Desafiando la acción restrictiva de las trampas de permanganato alcalino, los desmoralizantes tufos de vapor barrían la indefensa Cambridge.
Fue
particularmente desafortunado que los experimentos de la azotea coincidiesen
por azar con las celebraciones del centenario de Darwin que tuvieron lugar en
Cambridge en junio de 1909. Las fiestas de té al aire libre en los jardines que
bordeaban la distante Parker's Piece fueron interrumpidas y cuando los
huéspedes se retiraron al interior, el insufrible olor les persiguió e inundó
sus tazas de té. A la tarde siguiente, una fiesta en el jardín del Christ's
College también sufrió la misma desgracia y siguieron molestias similares. En
las esquinas de las calles, en las habitaciones de los colegios, en tabernas y
barberías, en los viejos tranvías tirados por caballos (donde quiera que se
reunían hombres en Cambridge) el tema dominante de conversación y debate era el
olor.
Enérgicas
protestas llegaron a las autoridades locales, cartas de contribuyentes
indignados aparecieron en la prensa, hombres de negocios en Petty Cury y otros
lugares se vieron obligados a cerrar sus oficinas y dar a sus cuerpos
directivos unas vacaciones apresuradas hasta que hubiera pasado el malestar: en
resumen, una incomodidad general se estableció en el normalmente sereno aire de
Cambridge. Al final, la sede de las molestias fue localizada en el laboratorio
químico de la Universidad y el Cambridge Daily News salió con el titular
clarificador:
"¿QUÉ PASÓ? LLUVIAS SOSPECHOSAS EXONERADAS. LA CIENCIA ES EL PECADOR".
En esta
coyuntura se decidió continuar el trabajo a campo abierto en las marismas. Así
que Pope, Read y otros colegas pidieron permiso a un granjero en la remota
Waterbeach para crear "un aroma atronador" en sus tierras. El
granjero invitó a los químicos a "venir y oler mi montón de
estiércol" que realmente era potente, pero al granjero le esperaba una
sorpresa. Pope y sus amigos hicieron el camino por el río Cam en motora
llevando dos grandes cajas con aparatos y productos químicos. Montaron
quemadores de alcohol y una estufa Primus para calentar las mezclas reactivas.
No se necesitó mucho tiempo para que el granjero saliera huyendo pero, según
sigue relatando Read:
Un gran rebaño de vacas formó en semicírculo a sotavento y proporcionó una audiencia silenciosa pero agradecida. Algunos cientos de metros corriente abajo, el río hacía una curva a la derecha y era justo antes de alcanzar este punto donde barcos y gabarras, que venían corriente arriba desde Ely, entraban en el cinturón odorífero; la confusión entre los ocupantes de estos barcos, a medida que el extraño perfume invisible les golpeaba a uno tras otro, era de lo más divertido. Pronto empezamos a experimentar la reacción de la fauna menor: insectos reptadores y voladores de muchos tipos pululaban sobre el aparato, algunos de ellos haciendo incluso decididos intentos para abrirse camino en los tapones de los matraces. Todo su comportamiento indicaba que ellos sentían que se estaban perdiendo algo realmente bueno.
En esta
fase, triste es decirlo, el experimento fue abandonado en parte debido a los
terrores del hedor pero, más concretamente, porque Pope estaba ahora en un
proyecto nuevo y más excitante."
No hay comentarios