Toda esa enloquecida historia la ha plasmado ahora en un libro y una exposición fotográfica, premiada internacionalmente y que está dando la vuelta al mundo, la fotoperiodista española Cristina de Middel. "Por fin conozco a alguien que había oído hablar de esta historia", dice al empezar la entrevista. Los Afronautas son un juego visual entre la realidad y la ficción, quizá los sueños.
Un reflejo del anhelo humano de estar por encima de ser. De Middel aclara que "sólo he estado en África una vez y nunca en el espacio, pero he querido contar esta historia". "Afronautas está basado en la documentación de un sueño imposible que sólo vive en las imágenes. Basándome en esta increíble pero cierta noticia de hace 50 años, reconstruyo las escenas que podrían haberla documentado entonces y refuerzo su veracidad añadiendo a esa certeza mi carga personal y el fruto de mi imaginación", explica ella.
Para ello hizo diversas sesiones fotográficas en las que contó con actores que reflejaran aquella maravillosa irrealidad de conquistar el espacio desde el que fue durante años el país más pobre de la tierra. "Las fotos las hice en lugares como España, Estados Unidos, Italia, Israel, Palestina y Senegal, el único país del África subsahariana en el que he estado".
Proselitismo en Marte
Pero la realidad, o irrealidad en este caso, supera con creces cualquier producto de la imaginación. Volviendo a aquella escondida vitrina del museo de Lusaka sabemos que el doctor Makuka tenía un plan certero: "Lanzaremos la nave desde el estadio de Lusaka para conmemorar la Independencia", aseguraba, aunque reconocía también que el Comité de Festejos "estaba preocupado por el polvo y ruido que puede hacer el lanzamiento del cohete en las casas cercanas".
Para ello, había solicitado formalmente a la Unesco 7.000.000 de libras que "son necesarias para nuestro programa espacial". Las órdenes a la tripulación también estaban dadas: "Sabemos que en Marte hay población nativa. Ya le he dicho a nuestro misionero que no los fuerce a convertirlos al cristianismo si ellos no quieren". Ella, la astronauta ya seleccionada, Matha Mwambwa, espero durante algún tiempo que se produjera el histórico momento, aunque De Middle aclara que "acabó embarazada y volviendo a su casa".
Makuka andaba entonces preocupado por todos los detalles de su exitoso programa espacial. "Hay que construir casas en condiciones, tirar las barracas y que todo luzca bonito en la ciudad". Ya de paso, explicaba que si él fuera alcalde de Lusaka conseguiría superar en breve a París y pronto parecerse a Nueva York". Eso si los espías que él sabía que andaban tras su proyecto no conseguían destruir su sueño. "Los espía rusos y americanos que hay en Zambia están intentando secuestrar a Matha (la astronauta seleccionada) y mis dos gatos", afirmaba en el periódico.
Por último, el corajoso científico zambiano dejaba un mensaje de confianza a sus compatriotas: "Los zambianos no son inferiores a ningún científico. Mi plan espacial seguro que saldrá adelante". Por entonces, sus astronautas tenían previsto entrenarse tirándose con barriles de madera cuesta abajo para irse haciendo inmunes a la gravedad.
ELMUNDO.es
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