El pasado 11 de febrero, la Agencia Espacial Europea (ESA) voló su Vehículo eXperimental Intermedio, o IXV (Intermediate eXperimental Vehicle), para demostrar tecnologías europeas de reentrada en la atmósfera y avanzar en su desarrollo hacia posibles conceptos operativos en el futuro.
El IXV, lanzado por el cohete Vega, alcanzó una altitud de 412 km en un vuelo suborbital (un vuelo de ascenso y descenso, por el que no se llega a poner al vehículo en órbita alrededor de la Tierra) y efectuó una reentrada en la atmósfera a unos 7,5 km/s (27.000 km/h), simulando las condiciones de entrada desde una órbita baja, para acabar amerizando en el Pacífico apenas algo más de una hora y media después de haber sido lanzado.
Dentro de las clases de naves de reentrada, los ingenieros catalogamos al IXV como un 'cuerpo sustentador'. La sustentación es la fuerza que generan las alas de los aviones a su paso a través del aire, y es la fuerza que permite volar a los aviones ya que contrarresta su peso. El fuselaje de un avión también genera una pequeña sustentación, pero lo hace en muchísima menor medida que las alas ya que su forma tiene que atender a otras prioridades de diseño como es el poder albergar pasajeros y carga; pero es en este sentido que el IXV es un 'cuerpo sustentador', ya que, estando desprovisto de alas, su propio cuerpo genera sustentación.
Vehículo eXperimental Intermedio de la ESA
En realidad, la catalogación del IXV como un cuerpo sustentador puede no ser muy apropiada si se analiza desde un entorno exterior al de los ingenieros que diseñamos reentradas ya que las naves de reentrada de tipo 'cápsula', como Apolo o Soyuz, por ejemplo, también pueden generar sustentación. Sin embargo, no lo hacen en la misma medida y la denominación de 'cuerpo sustentador' nos sirve a los ingenieros para catalogar este tipo de naves y sus prestaciones, las cuales situamos a medio camino entre las de las cápsulas y las de los llamados 'cuerpos sustentadores alados', como son el Transbordador Espacial o el X-37.
La razón por la que el IXV constituye un vehículo 'intermedio' entre estas clases de naves viene dado en virtud de un parámetro aerodinámico muy importante que se utiliza en el diseño de naves espaciales de reentrada y, en realidad, de todo tipo de aeronaves. Este parámetro resulta de dividir la fuerza de sustentación que genera una aeronave entre la fuerza de resistencia aerodinámica que experimenta a su paso por la atmósfera, y lo denotamos como L/D.
De izquierda a derecha: Transbordador Espacial (cuerpo sustentador alado), IXV (cuerpo sustentador), y Apolo (cápsula). Los tamaños no están a escala.
Un avión, o una nave de reentrada, genera sustentación pero también ofrece una resistencia a su paso a través del aire, al igual que ofrece una resistencia nuestra mano cuando la sacamos por la ventanilla de un coche en marcha. Esta es la misma fuerza que hace frenar a una nave cuando efectúa una reentrada en la atmósfera. Los ingenieros nos referimos a la fuerza de resistencia aerodinámica con el símbolo 'D', y nos referimos a la fuerza de sustentación aerodinámica con el símbolo 'L', de forma que el cociente de las dos es el L/D.
El valor del L/D tiene importantes implicaciones en el diseño y en la capacidad operativa de una nave espacial durante la reentrada atmosférica. A mayor L/D, mayor puede ser la distancia volada dentro de la atmósfera tanto longitudinal como lateralmente (hacia adelante y hacia los lados), mayor es la maniobrabilidad y la capacidad de modificación que la nave puede imprimir en su trayectoria, menores pueden ser los valores de desaceleración que podría sentir una tripulación en su interior, y menores son las temperaturas a las que se expone la nave aunque, al ser típicamente vuelos de mayor duración, las naves con mayor L/D estarán expuestas a esas temperaturas durante más tiempo, lo que también tiene implicaciones en su diseño.
El L/D de las cápsulas viene a ser bajo; las cápsulas Apolo, por ejemplo, tenían un L/D aproximadamente igual a 0,3. Esto quiere decir que la sustentación que generaban era equivalente al 30% de la resistencia aerodinámica que ofrecían a su paso por la atmósfera. El Transbordador Espacial gozaba de un L/D por encima de 1, bastante más alto que el de las cápsulas; y el IXV es un vehículo 'intermedio' precisamente porque su L/D viene a ser de 0,7, situado más o menos a mitad de camino entre el 0,3 de las cápsulas y el algo más de 1 del Transbordador Espacial.
En principio, se puede pensar que lo ideal sería diseñar todas las naves de reentrada con un L/D alto, pero no todos los elementos del diseño de una nave tienen que ver con su vuelo atmosférico. Su tamaño y su forma están también condicionadas por el tipo de lanzador que la puede llevar al espacio o por el tipo de misión que tiene que realizar, por ejemplo; además, controlar una nave alada en la atmósfera como el Transbordador Espacial es mucho más complejo que controlar una cápsula, etc. Por otra parte, las características aerodinámicas de una nave, incluido su L/D, varían también con la velocidad, la cual va disminuyendo a medida que la nave se frena dentro de la atmósfera (los valores de L/D dados en el párrafo anterior están referidos a velocidades muy altas). En este sentido, además, las propiedades aerodinámicas cambian de forma significativa al atravesar la velocidad del sonido (o Mach 1, equivalente a unos 340 m/s, o 1.225 km/h), cuando se pasa de velocidades supersónicas a subsónicas. Esto último entraña una complejidad significativa de diseño si se deseara que la nave fuera guiada, controlable y estable durante todo el vuelo hasta su aterrizaje. El IXV evitó esta complejidad en el régimen subsónico al desplegar el paracaídas a Mach 1,5, algo por encima de la velocidad del sonido, poniendo así fin a la fase guiada y controlada del vuelo, para iniciar desde ahí un descenso no controlado de unos 25 km hasta el mar.
A pesar de que los resultados del vuelo del IXV se harán públicos en unas semanas, todo apunta a que la misión fue un rotundo éxito, algo por lo que creo que todos los europeos debemos estar contentos. Además, como nota curiosa, el éxito del IXV también marca un hito en la historia de los vuelos espaciales ya que con el IXV se voló por primera vez una reentrada de un cuerpo sustentador desde el espacio.
ELMUNDO
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