Esta serie de imágenes tomadas por la nave espacial Cassini de la NASA muestran la evolución de la tormenta más grande vista desde 1990 en Saturno. En esta secuencia se muestra la crónica de la evolución de la tormenta desde que comenzara a finales del 2010 hasta mediados del 2011, donde se aprecia como la cabeza de la tormenta creció rápidamente, pero que con el tiempo llego a ser engullida por la cola de la propia tormenta.
Una vez cada 30 años más o menos, o lo que es lo mismo, un año de Saturno, una gigantesca tormenta cruza el hemisferio norte del planeta anillado.
En 2010, la más reciente y solo la sexta tormenta gigante observada por los seres humanos comenzó a agitarse. Rápidamente creció en proporciones de supertormenta, alcanzando 15.000 km de ancho y visible por los astrónomos aficionados desde la Tierra como una gran mancha blanca en la superficie del planeta.
Ahora, y gracias a las mediciones espectrales en el infrarrojo cercano tomadas por el orbitador Cassini y su posterior análisis por investigadores de la Universidad de Wisconsin, hacen que la supertormenta de Saturno este ayudando a los científicos a hacerse una idea de la composición de las profundidades de la atmosfera del planeta, generalmente oscurecida por una neblina espesa de gran altitud.
El hallazgo clave ha sido que las nubes de la parte superior de la gran tormenta están compuestas por partículas que son una mezcla de hielo de agua, hielo de amoniaco y de una sustancia hasta ahora incierta pero que podría tratarse de hidrosulfuro de amonio.
Según Lawrence Sromovsky, científico planetario del Space Sciencie Engineering Center, estas formas de hielo de agua y amoniaco nunca antes se habían observado en Saturno
“Creemos que la gran tormenta está impulsando estas partículas hacia arriba, como una especie de volcán que lanza las partículas desde las profundidades de la atmosfera hasta hacerlas visibles en su superficie”, explica Sromovsky, experto en atmosferas planetarias. “La niebla de la parte superior es tan espesa que solo en las zonas de tormenta esta neblina es penetrada por corrientes de aire que dejan al descubierto estas partículas de hielo. Estas partículas que ascienden por la tormenta tienen una firma infrarroja diferente las partículas de la atmosfera que las rodean.”
Los científicos creen que la atmosfera de Saturno es un sándwich de capas, con una cubierta de nubes de agua en la parte inferior, otra capa de nubes de amoniaco hidrosulforoso en medio y nubes de amoniaco en la zona superior, justo por debajo de la bruma superior de la troposfera superior, de composición desconocida y que lo oculta casi todo
La última gran tormenta en Saturno y la presencia de la sonda Cassini que orbita el planeta han dado a los científicos la oportunidad de poder mirar debajo de esta bruma y aprender algo más sobre la dinámica y la composición de las profundidades de la atmosfera del planeta.
Primero observada por astrónomos aficionados, esta tormenta masiva funciona como los eventos más pequeños de convección en la Tierra, donde el aire, y con el vapor de agua, es empujado hacia las zonas más elevadas de la atmosfera, dando lugar a las imponentes nubes de las tormentas eléctricas. En Saturno no solo las tormentas son más grandes, son mucho más violentas, con vientos de hasta o 400 o 500 km/h.
Este nuevo trabajo ayuda a validar los modelos de formación de las grandes tormentas de Saturno, así como observaciones anteriores que detectaron agua y amoniaco en forma de vapor. La presencia de hielo apoya la idea de que las supertormentas se alimentan por la condensación del agua en las zonas bajas de la atmosfera, a unos 200 km por debajo de la capa de nubes visible.
“El agua solo podría ascender impulsada por una potente convección originada en las profundidades dela atmosfera. El vapor de agua se condensa y se congela a medida que asciende. Es entonces cuando es probable que se recubra con materiales más volátiles como hidrosulfuro de amonio y amoniaco al ir disminuyendo la temperatura conforme asciende”, añade Sromovsky.
Según parece, hay un efecto interesante en la gran tormenta de Saturno, y es que las observaciones pueden clasificar las nubes según su composición, ya por tener una composición mixta de partículas, o nubes de hielo de agua existiendo con nubes de hielo de amoniaco. En esta última tormenta, el hielo de agua representaría el 22% de la nube, el 55% sería hielo de amoniaco y el resto seguramente hidrodulfuro de amoniaco.
“Hasta ahora no había cálculos cuantitativos de los espectros de las estructura y composición de las nubes que se correspondiesen con el espectro observado en la tormenta actual”, afirma Sromovsky.
En 2010, la más reciente y solo la sexta tormenta gigante observada por los seres humanos comenzó a agitarse. Rápidamente creció en proporciones de supertormenta, alcanzando 15.000 km de ancho y visible por los astrónomos aficionados desde la Tierra como una gran mancha blanca en la superficie del planeta.
Ahora, y gracias a las mediciones espectrales en el infrarrojo cercano tomadas por el orbitador Cassini y su posterior análisis por investigadores de la Universidad de Wisconsin, hacen que la supertormenta de Saturno este ayudando a los científicos a hacerse una idea de la composición de las profundidades de la atmosfera del planeta, generalmente oscurecida por una neblina espesa de gran altitud.
El hallazgo clave ha sido que las nubes de la parte superior de la gran tormenta están compuestas por partículas que son una mezcla de hielo de agua, hielo de amoniaco y de una sustancia hasta ahora incierta pero que podría tratarse de hidrosulfuro de amonio.
Según Lawrence Sromovsky, científico planetario del Space Sciencie Engineering Center, estas formas de hielo de agua y amoniaco nunca antes se habían observado en Saturno
“Creemos que la gran tormenta está impulsando estas partículas hacia arriba, como una especie de volcán que lanza las partículas desde las profundidades de la atmosfera hasta hacerlas visibles en su superficie”, explica Sromovsky, experto en atmosferas planetarias. “La niebla de la parte superior es tan espesa que solo en las zonas de tormenta esta neblina es penetrada por corrientes de aire que dejan al descubierto estas partículas de hielo. Estas partículas que ascienden por la tormenta tienen una firma infrarroja diferente las partículas de la atmosfera que las rodean.”
Los científicos creen que la atmosfera de Saturno es un sándwich de capas, con una cubierta de nubes de agua en la parte inferior, otra capa de nubes de amoniaco hidrosulforoso en medio y nubes de amoniaco en la zona superior, justo por debajo de la bruma superior de la troposfera superior, de composición desconocida y que lo oculta casi todo
La última gran tormenta en Saturno y la presencia de la sonda Cassini que orbita el planeta han dado a los científicos la oportunidad de poder mirar debajo de esta bruma y aprender algo más sobre la dinámica y la composición de las profundidades de la atmosfera del planeta.
Primero observada por astrónomos aficionados, esta tormenta masiva funciona como los eventos más pequeños de convección en la Tierra, donde el aire, y con el vapor de agua, es empujado hacia las zonas más elevadas de la atmosfera, dando lugar a las imponentes nubes de las tormentas eléctricas. En Saturno no solo las tormentas son más grandes, son mucho más violentas, con vientos de hasta o 400 o 500 km/h.
Este nuevo trabajo ayuda a validar los modelos de formación de las grandes tormentas de Saturno, así como observaciones anteriores que detectaron agua y amoniaco en forma de vapor. La presencia de hielo apoya la idea de que las supertormentas se alimentan por la condensación del agua en las zonas bajas de la atmosfera, a unos 200 km por debajo de la capa de nubes visible.
“El agua solo podría ascender impulsada por una potente convección originada en las profundidades dela atmosfera. El vapor de agua se condensa y se congela a medida que asciende. Es entonces cuando es probable que se recubra con materiales más volátiles como hidrosulfuro de amonio y amoniaco al ir disminuyendo la temperatura conforme asciende”, añade Sromovsky.
Según parece, hay un efecto interesante en la gran tormenta de Saturno, y es que las observaciones pueden clasificar las nubes según su composición, ya por tener una composición mixta de partículas, o nubes de hielo de agua existiendo con nubes de hielo de amoniaco. En esta última tormenta, el hielo de agua representaría el 22% de la nube, el 55% sería hielo de amoniaco y el resto seguramente hidrodulfuro de amoniaco.
“Hasta ahora no había cálculos cuantitativos de los espectros de las estructura y composición de las nubes que se correspondiesen con el espectro observado en la tormenta actual”, afirma Sromovsky.
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