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» » ¿Por qué dormimos?

  • Lejos de ser una situación pasiva, el sueño es un estado en el que ocurren cambios muy importantes en las funciones corporales y mentales

     



    El sueño y la vigilia son funciones cerebrales y por lo tanto, están sujetas a alteraciones del sistema nervioso. El sueño no es ni una situación pasiva ni una falta de vigilia, sino un estado activo en el que ocurren cambios en las funciones corporales, además de actividades mentales de gran trascendencia para el equilibrio físico y psicológico de los individuos. Durante el sueño se producen cambios hormonales, bioquímicos, metabólicos y de temperatura, necesarios para el buen funcionamiento del ser humano durante el día. Para comprender el proceso del sueño, podemos imaginar que descendemos por una escalera. Al cerrar los ojos, mientras estamos descansando, estamos dando el primer paso hacia la fase 1 del sueño, llamada somnolencia. En ella, el cuerpo inicia una relajación muscular, la respiración se vuelve uniforme, y en el EEG (electroencefalograma) se observa una actividad cerebral más lenta que la que existía durante la vigilia, similar a la observada en la fase REM.

    Son las diferencias en el electroencefalograma las que hacen que el sueño sea tan necesario para nuestro organismo, y que no haya suficiente sólo con descansar. Después de unos minutos en esta fase, seguimos el descenso hacia la llamada fase 2, donde las ondas cerebrales se ralentizan un poco más. Posteriormente, seguimos avanzando hacia el sueño más profundo, que recibe el nombre de sueño lento o fase Ÿ, en la que las ondas cerebrales ya son muy lentas, se necesitan fuertes estímulos acústicos o táctiles para despertar y predomina en la primera mitad de la noche. Posteriormente, ascendemos de nuevo hacia la fase 2, para entrar en una nueva situación fisiológica a la que llamamos fase REM porque la característica de esta fase son los movimientos oculares rápidos (Rapid Eye Movement en inglés). Al conjunto de estas cuatro fases (1, 2, 3/4 y REM) se le llama Ciclo de Sueño, y suele tener una duración total de 90-100 minutos. Estos ciclos se repiten en 4 o 5 ocasiones durante una noche completa.

    Durante la primera mitad de la noche se pasa más tiempo en sueño profundo y en la segunda mitad predominan las fases 2 y REM. Es importante que realicemos el tiempo suficiente de cada fase de sueño porque cada fase proporciona una restauración física o mental en nuestro organismo. Es decir, cada fase tiene una función específica para poder funcionar durante el día. Las funciones del sueño continúan siendo un enigma biológico. Con la invención del electroencefalograma y de los estudios de privación del sueño se han postulado diferentes teorías que pueden ser complementarias.

    Alejados del peligro

    La teoría adaptativa es la más antigua, y sugiere que el hecho de que durmamos por la noche ha hecho que quedemos inactivos y, por lo tanto, alejados del peligro en un momento en que somos vulnerables frente a los depredadores. Este hecho nos facilita la supervivencia.

    La teoría de la restauración y la recuperación incide en el uso del sueño para restablecer procesos bioquímicos y psicológicos que se han ido degradando durante la vigilia previa. Durmiendo restauramos funciones muy importantes para nuestro cuerpo como la reparación de tejidos, la síntesis de proteínas, el crecimiento muscular… Gracias a estos mecanismos se mejora la función cognitiva además de combatir el cansancio neurológico. Estudios de privación total del sueño en animales demuestran que en pocas semanas pierden toda la capacidad inmunológica y mueren.

    Conservación de la energía

    Otra línea es la de la teoría de la conservación de la energía, que afirma que al dormir se produce un descenso en la temperatura corporal y las necesidades calóricas. El sueño supone una reducción del gasto energético en un momento del día en que es más difícil encontrar comida. No obstante, el 10% de reducción de la actividad metabólica por debajo de los niveles basales de la vigilia probablemente no es suficiente para explicar la selección natural del sueño. De la misma forma, el ahorro de energía en las ocho horas de sueño de una persona sería de 120 calorías.

    Plasticidad cerebral

    Más reciente es la teoría de la plasticidad cerebral. Alega que el sueño se correlaciona con cambios en la organización y la estructura cerebral. El sueño es básico en los infantes, que necesitan un desarrollo cerebral muy importante. Los bebés duermen entre trece y catorce horas diarias y la mitad de este tiempo lo hacen en sueño REM (la privación de esta fase de sueño afecta a la capacidad para consolidar el aprendizaje o desarrollar diferentes tareas).

    Todos los investigadores están de acuerdo en considerar que el sueño tiene una función vital probablemente relacionada con la integridad neuronal y la remodelación de las conexiones sinápticas. Gracias a la investigación realizada en los últimos cincuenta años se han conocido algunas funciones esenciales y específicas en relación a las diferentes fases de sueño. Al sueño de ondas lentas se le han atribuido funciones anabólicas, de mantenimiento y de recuperación de sustancias endógenas. También se le atribuye la función de síntesis de la hormona del crecimiento (principalmente durante los primeros años de desarrollo y durante la infancia) y funciones inmunológicas.

    Los perjuicios de la privación del sueño

    La privación del sueño REM en un momento crítico del desarrollo produce cambios que perduran en la función cerebral. Asimismo, la privación de sueño REM en las primeras etapas del desarrollo puede inhibir la respuesta de crecimiento del cerebro a la estimulación ambiental en etapas posteriores.

    El sueño REM parece estar implicado en los procesos de memoria y aprendizaje, mediante mecanismos activadores generales que promueven la síntesis de proteínas. La privación del sueño REM dificulta el recuerdo del aprendizaje de la vigilia anterior y del día siguiente, pero no altera la consolidación de aprendizajes simples. Igualmente, se ha descubierto que determinadas situaciones de aprendizaje o situaciones nuevas, situaciones críticas o que requieren mayor dosis de atención, especialmente aquellas en las que se consolidan conocimientos nuevos, así como situaciones emocionalmente importantes, generan un incremento de la proporción de sueño REM. En los bebés un 50% del total de tiempo de sueño es sueño REM.
     
     
     
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