Los telescopios WIYN en el Observatorio Nacional Kitt Peak y el Óptico Nórdico en Las Palmas tomaron imágenes del objeto, denominado 1I /2017 U1 por la Unión Astronómica Internacional (IAU), durante cinco noches. A pesar de proceder de otro lugar de la galaxia, el «extranjero» resultó bastante familiar a los científicos. Su tamaño, rotación y color eran similares a los de asteroides en nuestro Sistema Solar.
Exterior del telescopio WIYN - NOAO/AURA/NSFLa roca parecía ligeramente roja y su brillo variaba con un período de 8 horas. A partir de su brillo cambiante, el equipo dedujo que U1 es muy alargado con dimensiones aproximadas de 30m x 30 m x 180 m, unas dos veces la altura de la Estatua de la Libertad. «Su forma es similar a la de un extintor de incendios, aunque U1 no es tan rojo», dice David Jewitt, de la Universidad de California en Los Ángeles.
«Con una forma tan alargada, U1 probablemente necesite una pequeña fuerza cohesiva para mantenerse unido. Pero eso no es realmente inusual», señala Jayadev Rajagopal, del Observatorio Nacional de Astronomía Óptica. «Lo más notable de U1 es, a excepción de su forma, que es familiar y físicamente nada especial», subraya.
Oumuamua hizo su recorrido más cercano al Sol el 9 de septiembre. Después dio un giro brusco, pasando bajo la órbita de la Tierra el 14 de octubre a una distancia de unos 24 millones de km, aproximadamente 60 veces la distancia a la Luna. Después, volvió a dispararse hacia el sistema solar exterior a 44 km por segundo.
Nuestra propia historia
Los astrónomos reconocen en U1 un posible primo cercano de los asteroides y cometas que se cree que fueron lanzados desde nuestro propio Sistema Solar en sus orígenes. Cuando los planetas gigantes se formaron, empujaron los asteroides y los cometas sobrantes en órbitas cada vez más excéntricas. Algunos asteroides y cometas impactaron en los planetas interiores dejando cráteres. Se cree que otros fueron expulsados del Sistema Solar por completo.
Las superficies marcadas con viruela del Sistema Solar interior ayudan a verificar esta historia. Sin embargo, no ha habido evidencia directa hasta la fecha de que los cometas y asteroides fueran expulsados del Sistema Solar. Si los planetas se forman alrededor de otras estrellas de la misma manera que en nuestro Sistema Solar, muchos objetos del tamaño de U1 también habrían sido expulsados en el proceso. «U1 puede proporcionar la primera evidencia directa de que los sistemas planetarios alrededor de otras estrellas expulsaron objetos a medida que se formaron», concluye Rajagopal.
¿Hay otros por ahí?
Aunque nunca volveremos a ver a Oumuamua después de que abandone el Sistema Solar, los astrónomos esperan poder estudiar otros intrusos interestelares. Ahora que se cree que la mayoría de las estrellas albergan sistemas planetarios, los cuerpos eyectados deberían ser comunes en la galaxia.
Esa perspectiva sugiere que nuestro Sistema Solar puede, de hecho, estar inundado de intrusos interestelares que pasan sin ser detectados. Los autores estiman que, según las propiedades de U1, hay aproximadamente 10.000 objetos del mismo tamaño más cercanos al Sol que Neptuno en un momento dado. «Cada uno recorre el Sistema Solar en aproximadamente 10 años», dice Jewitt, «y cada 10 años más o menos, tenemos un grupo completamente nuevo de estos objetos, algunos de los cuales podemos esperar ver».
Futuros rastreos diseñados para detectar objetos en movimiento probablemente descubrirán más de estos «visitantes», dando a los astrónomos más oportunidades para estudiar objetos de más allá del Sistema Solar.
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