Einstein fue un personaje en toda regla y su vida estuvo llena de anécdotas geniales que pasaron a la historia. En ellas demostraba su gran inteligencia e ingenioso, aunque otras veces parecía parecía ser un poco despistado, aunque esto no es de extrañar en un genio.
Para empezar a conocerlo algo más nada mejor que mostrar algunas curiosidades sobre él, que son muchas.
- EINSTEIN Y CALVINO
Einstein era indiferente a las convenciones y siempre estaba dispuesto a reírse; era enemigo natural de la pompa, la autoridad y la ceremonia. Cuando un amigo lo persuadió para que asistiese a las festividades de la Universidad de Ginebra en conmemoración del 350 aniversario de su fundación por Calvino, marcho entre los profesores togados en la procesión académica con un viejo sombrero de paja y un traje arrugado, pues no tenía ropa más adecuada, y recordaba que en el banquete posterior: “le dije a un patricio ginebrino sentado junto a mí: ¿sabe usted que haría Calvino si estuviese aquí ahora? … Nos haría quemar a todos por glotonería pecadora. El hombre no volvió a abrir la boca”. En resumen, era un bohemio y un rebelde y nadie le habría considerado un candidato a la eminencia científica.
- LAS ARUGAS DEL PANTALON
Otra anécdota que puede corroborar la anterior puede ser esta:
En 1919, Einstein fue invitado por el inglés lord Haldane a compartir una velada con diferentes personalidades. Entre éstas había un aristócrata muy interesado en los trabajos del físico. Tras una larga conversación, el inglés explicó a Einstein que había perdido recientemente a su mayordomo y que aún no había encontrado un sustituto. “La raya del pantalón la he tenido que hacer yo mismo, y el planchado me ha costado casi dos horas. A lo que Einstein comentó: “Me lo va a decir a mí. ¿Ve usted estas arrugas de mi pantalón? Pues he tardado casi cinco años en conseguirlas.”
- MI CHOFER
Al poco tiempo de haber publicado A. Einstein su primer trabajo sobre la teoría de la relatividad, empezó a hacerse famoso en toda Europa y lo invitaban a muchas universidades para dar charlas sobre ella. El lugar donde él trabajaba puso a su disposición un auto con su chófer para trasladarse a estas universidades. En todas ellas tuvo gran éxito, es decir que al final de sus presentaciones lo aclamaban con un aplauso atronador. Pero, debido a lo novedoso y difícil del tema, en ningún lugar surgían preguntas.
Así iban Einstein y el chófer recorriendo universidades, el chófer siempre sentado en primera fila y escuchando atentamente la exposición del profesor. Después de algunos meses, el chófer le dice a Einstein:
“Profesor, le quiero proponer un trato. Yo no entiendo ni una palabra de lo que usted dice en sus conferencias, pero tengo una excelentísima memoria, y recuerdo palabra por palabra de su exposición, incluyendo todas las fórmulas. Además me imagino que usted estará cansado de repetir siempre lo mismo y que nadie le hace preguntas. Por otro lado, a mi, como pobre chófer, jamás nadie me aplaudió, y entonces le propongo que cambiemos nuestros roles, yo doy la conferencia, total nadie hace preguntas, mientras usted descansa y puede meditar sobre otros problemas.”Einstein piensa un poco, le pide al chófer que dé la conferencia, verifica que efectivamente la puede dar sin un solo error, y accede al pedido. El chófer se deja crecer un poco el pelo para parecerse más a Einstein, éste se pone el traje azul oscuro y el gorro del chófer y comienzan la experiencia.
El chófer da perfectamente la conferencia, siempre coronada con grandes aplausos, mientras Einstein se sienta en primera fila, fumando pipa y descansando.
Todo va perfecto, sin ninguna pregunta, hasta que llegan a una universidad de Baviera. Cuando el chófer termina la charla, y ya los asistentes están comenzando a aplaudir, del fondo de la sala se escucha una voz que dice:
“Dr. Einstein: yo no comprendí todo lo que usted dijo y quisiera que me explique con detalle el significado de los términos de la ecuación número 3, que todavía se puede ver arriba a la izquierda del pizarrón.”El chófer titubea un solo instante, imperceptible para el público, y enseguida replica:
“Mi querido profesor, me extraña que usted me haga esta pregunta. Lo que usted quiere saber, en realidad lo sabe cualquier persona. Es más, mi chófer aquí presente se lo explicará.”Después de ese día Albert decía que su chófer era brillante y contaba la historia cada vez que podía.
No sé si será verdad o no esta anécdota, pero de lo que estoy seguro es que es bastante divertida. La verdad es que todo apunta a que fue una invención de Richard Sternberg (un psicólogo) para poner un ejemplo de lo que sería su concepto de “inteligencia práctica”.
El ejemplo está expuesto en su teoría Triárquica de la Inteligencia Sternberg, R. J. (1985). Beyond IQ: A Triarchic Theory of Intelligence. Cambridge: Cambridge University Press.
- LA BELLEZA Y LA INTELIGENCIA
La anécdota de a continuación se le atribuye a George Bernard Shaw en una conversación con otra actriz.
Escritor de origen irlandés nacido en Dublín el 26 de julio de 1856, falleciendo en Hertfordshire el 2 de noviembre de 1950. Considerado el autor teatral más significativo de la literatura británica posterior a Shakespeare fue ganador del Premio Nobel de literatura en 1925 y del Óscar en 1938. Además de ser un prolífico autor teatral, escribió más de 50 obras, fue el más incisivo crítico social desde los tiempos del también irlandés Johnathan Swift, y el mejor crítico teatral y musical de su generación. Fue asimismo uno de los más destacados autores de cartas de la literatura universal. Místico y visionario, hombre tímido, introspectivo y discretamente generoso, Shaw era, al mismo tiempo, la antítesis del romántico, en su papel de despiadado crítico irreverente con las instituciones. Aderezando hasta sus trabajos más serios con un sutil sentido del humor, consiguió convertir en interesantes obras teatrales, animadas por epigramas y diálogos vivaces, lo que en manos de otros autores hubieran sido estudios sobre los más distintos temas sociales. Su poco pragmático padre, un comerciante con escaso éxito económico, pertenecía a la burguesía protestante de Irlanda. El joven asistió a escuelas tanto católicas como protestantes y, comenzó a trabajar a los 16 años, por lo que hubo de completar su educación de un modo autodidacta. Cuando el matrimonio de sus padres se disolvió, su madre y sus hermanas se marcharon a vivir a Londres, donde él se les unió en 1876.
Pues bien, la anécdota es la siguiente:
En una de las innumerables reuniones de la sociedad de la época se encontraron Marilyn Monroe y Albert Einstein. Marilyn, que no encontró tema de conversación al situarse frente a Einstein, decidió proponerle matrimonio: “Que dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebe con mi belleza y su inteligencia?” Einstein, que no cambio su gesto serio después de la proposición, contesto: “Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia”.
Sinceramente no se en que se basan para obtener los cocientes intelectuales, pero lo cierto es que Marilyn tenía un CI de 164 mientras que el de Einstein era “solamente” de 160. Seguramente que de esta unión hubiese un “cerebrin”.
- EL HUEVO FRITO
Albert Einstein poseía una rapidez mental que le permitía dar la respuesta exacta y acertada en el momento preciso. Asi lo atestigua la siguiente anécdota:
Un periodista y le pregunta a Einstein“¿Me puede Ud. explicar la Relatividad?”. A lo que Einstein contesta “¿Me puede Ud. explicar cómo se fríe un huevo?”. El periodista lo mira extrañado y le contesta “Pues, sí, sí que puedo”, a lo cual Einstein replica “Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego”.
- IDEA ORIGINAL
Al parecer, un día el poeta francés Paul Valéry fue a verle y dijo: Einstein, estoy pensando en escribir algo sobre la creatividad; dime, ¿tú como trabajas?
- Me levanto por las mañanas –le contestó- y me pongo los zapatos. No me pongo calcetines porque es algo muy complicado, y camino y pienso. Entonces ya se ha hecho la hora de comer y como un poco; intento pensar, pero para entonces ya estoy muy cansado y me echo una siesta, y voy a navegar, y hago lo mismo cada día.
- Me imagino que tendrás una libreta donde haces tus anotaciones –apostilló Valéry.
- ¿Para qué? –le replicó Einsten.
- Para apuntar las buenas ideas –fue la respuesta del francés.
- Normalmente no tengo muchas –contestó Einstein-, y cuando tengo una no te preocupes que no lo olvido
- CHAPLIN
En otra reunión social más coincidió Einstein esta vez con Charles Chaplin quienes mantuvieron la siguiente charla:
Einstein le dijo a Chaplin: “Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira”. A lo que Chaplin respondió: “Lo suyo es mucho más digno de respeto: todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo comprende”.
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