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» » » » Rastreando posibles huellas de un planeta desconocido en nuestro sistema solar



Si existe un planeta más allá de Neptuno, el Noveno Planeta podría ser un mundo con quizá 10 veces la masa de la Tierra y situado 20 veces más lejos del Sol que Neptuno. Las señales de su posible existencia son hasta ahora indirectas, consistiendo principalmente en sus aparentes huellas gravitatorias.

Ilustración de cómo podría ser el Noveno Planeta, un mundo ubicado en la zona fronteriza del sistema solar con el espacio interestelar. La órbita de Neptuno se muestra marcada como un anillo brillante alrededor del Sol. (Imagen: ESO/Tom Ruen/Nagualdesign)

El astrofísico planetario Konstantin Batygin y el astrónomo Mike Brown, ambos del Instituto Tecnológico de California (Caltech) en la ciudad estadounidense de Pasadena, presentaron públicamente los primeros indicios sobre la existencia del Noveno Planeta en enero de 2016. Seis objetos conocidos en el lejano cinturón de Kuiper, una región de astros helados que se extiende desde Neptuno hacia el espacio interestelar, presentan órbitas elípticas apuntando en la misma dirección. Esto por sí solo ya es bastante improbable sin más explicación que el azar, y por tanto resulta sospechoso. Pero además estas órbitas están inclinadas de la misma forma, unos 30 grados "hacia abajo", comparadas con el plano dentro del cual orbitan alrededor del Sol los planetas conocidos.

Después de la presentación pública de los primeros indicios, surgieron dos pistas más. Un segundo estudio del equipo, esta vez liderado por Elizabeth Bailey del Caltech, indica que el Noveno Planeta podría haber inclinado a los planetas de nuestro sistema solar a lo largo de los pasados 4.500 millones de años. Esto podría explicar un antiguo misterio: ¿por qué el plano en el que los planetas orbitan está inclinado unos 6 grados respecto al ecuador solar?

En palabras de Batygin, el Noveno Planeta, ejerciendo su influencia durante un tiempo lo bastante largo, hará que el plano de todo el sistema planetario se bambolee o sufra una precesión, como una peonza girando sobre una mesa.

El último signo delatador de la presencia del Noveno Planeta involucra a ciertos cuerpos retrógrados del sistema solar, objetos del cinturón de Kuiper que orbitan en dirección opuesta a la de todos los demás del sistema solar. La influencia orbital del Noveno Planeta puede explicar por qué estos cuerpos del lejano cinturón de Kuiper han acabado trazando estas órbitas tan singulares.

Batygin argumenta que ningún otro modelo puede explicar la rareza de estas órbitas de gran inclinación y otros rasgos. Aparentemente, el Noveno Planeta proporciona un escenario idóneo para el desarrollo de tales características.

Todas las piezas del rompecabezas parecen pues encajar. Ahora lo único que falta es localizar al Noveno Planeta.

Pero ¿de dónde procede este? Se baraja la hipótesis de que pueda ser un "fugitivo" de nuestro sistema solar, es decir que por acción de otros astros hubiera experimentado perturbaciones orbitales capaces de enviarlo tan lejos del Sol. Pero también podría ser un planeta errante, de fuera de nuestro sistema solar, capturado por la gravedad del Sol.


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