Un nuevo mosaico con imágenes de la sonda Mars Express de la ESA muestra
el casquete polar norte del Planeta Rojo, con sus distintivas fosas
espirales de color oscuro.
El mosaico ha sido generado a partir de 32 barridos orbitales realizados
entre 2004 y 2010, y abarca un área de aproximadamente un millón de
kilómetros cuadrados.
El casquete polar es un elemento permanente, pero durante el invierno
—como sucede ahora a principios de 2017—, las temperaturas son tan bajas
que el 30% del dióxido de carbono de la atmósfera del planeta precipita
en el casquete, añadiendo una capa, de carácter estacional de hasta un
metro de espesor.
Durante los meses de verano, más cálidos, la mayoría del hielo de
dióxido de carbono se sublima y escapa a la atmósfera, conservándose
únicamente las capas de hielo de agua.
Se cree que los fuertes vientos de la zona son responsables de la forma
que con el tiempo ha adoptado este hielo, ya que soplan desde la parte
central más alta, hacia sus márgenes inferiores y se arremolinan
empujados por la fuerza de Coriolis, la misma que hace que los huracanes
giren en la Tierra.
Una formación especialmente destacada es la sima de 500 km de longitud y
2 km de profundidad que prácticamente parte el casquete en dos. Se cree
que el origen de este cañón, conocido como Chasma Boreale, es
relativamente antiguo, que su formación es previa a las espirales de
hielo y polvo, y que su profundidad está aumentando a medida que se
forman nuevos depósitos de hielo a su alrededor.
Las investigaciones bajo la superficie de los radares que están a bordo
de Mars Express y de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA han
revelado que el casquete polar está constituido por numerosas capas de
hielo y polvo que se extienden hasta unos 2 km de profundidad. Esta
información es de gran valor para conocer cómo ha ido evolucionando el
clima del planeta a medida que su inclinación y su órbita variaban a lo
largo de cientos o incluso miles de años.
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