Los vientos arremolinados de Júpiter, que arrastran masas de gas
multicolor y a los que se conoce como “chorros”, han intrigado desde
hace mucho tiempo a los astrónomos. Uno de los misterios ha sido si los
chorros existen solo en la atmósfera superior del planeta (de manera
parecida a las corrientes en chorro de la propia Tierra) o si se
zambullen en el interior gaseoso más denso de Júpiter. Esto último
podría revelar pistas sobre la estructura interior y la dinámica interna
del planeta.
Una vista del polo sur de Júpiter
(arriba a la izquierda y abajo a la derecha) y resultados de laboratorio
del nuevo modelo de los vientos del planeta (arriba a la derecha y
abajo a la izquierda). (Imagen: Jonathan Aurnou)
Ahora, el equipo del geofísico Jonathan Aurnou, de la Universidad de
California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, y sus colaboradores en
Marsella, Francia, han simulado por vez primera chorros de Júpiter en
el laboratorio. Su trabajo demuestra que los vientos se extienden
probablemente a lo largo de miles de kilómetros bajo la atmósfera
visible del planeta.
Ya había modelos digitales simulándolo, pero era necesario recrear el proceso de manera material, aunque fuese a escala ínfima.
La dificultad en la recreación de vientos en forma de remolino en el
laboratorio radicaba en construir un modelo de un planeta con tres
atributos clave que, por lo que se sabe, son necesarios para que se
formen los chorros: una rotación rápida, turbulencia y un “efecto
curvatura” que imite la forma esférica de un planeta. Los anteriores
intentos de crear chorros en un laboratorio fallaban a menudo porque los
investigadores no podían hacerlos girar lo bastante rápido o crear
suficiente turbulencia.
El equipo de Aurnou espera ensayar sus predicciones con datos reales
procedentes de Júpiter, y no tendrán que esperar mucho: la sonda Juno de
la NASA está orbitando el planeta ahora mismo, recogiendo datos sobre
su atmósfera, campo magnético e interior.
NCYT
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