Las tormentas solares potentes pueden cargar eléctricamente el suelo
en los polos lunares, en concreto en las regiones gélidas y que se
hallan sumidos en la sombra de manera perpetua, y podrían posiblemente
producir fuertes “chispazos” capaces de vaporizar y fundir la capa
superficial de las áreas de suelo afectadas. Este fenómeno podría causar
en la Luna transformaciones de tanta envergadura como las ocasionadas
por los impactos de meteoritos, según las conclusiones a las que se ha
llegado en una nueva investigación. Es posible que se descubran huellas
de esta exótica clase de alteración cuando se analicen futuras muestras
de estas regiones.
Mapa que muestra las regiones en sombra
perpetua (en azul) que cubren aproximadamente el 3 por ciento del polo
sur de la Luna. (Imagen: NASA Goddard/LRO mission)
La Luna casi no tiene atmósfera, así que su superficie está expuesta
al agresivo entorno espacial. Los impactos de pequeños meteoritos
golpean constantemente la capa superior de polvo y roca, llamada
regolito, del satélite. Cerca del 10 por ciento de esta capa percutida
ha sido fundida o vaporizada por impactos de meteoritos. El equipo de
Andrew Jordan, de la Universidad de New Hampshire en la localidad
estadounidense de Durham, ha descubierto que en las regiones en sombra
perpetua de la Luna se podría fundir o vaporizar un porcentaje similar
de la superficie a consecuencia de las chispas ocasionadas por las
tormentas solares.
La actividad solar explosiva, como las erupciones solares y las
eyecciones de masa coronal, lanza partículas cargadas eléctricamente y
muy energéticas hacia el espacio. La atmósfera de la Tierra nos escuda
de la mayor parte de esta radiación, pero en la Luna estas partículas
(iones y electrones) golpean directamente contra la superficie. Se
acumulan en dos capas por debajo de esta última; los voluminosos iones
no pueden penetrar a mucha profundidad porque tienen una mayor
probabilidad de chocar contra átomos en el regolito, así que forman la
capa más cercana a la superficie, mientras que los diminutos electrones
pueden avanzar más y por eso forman una capa a mayor profundidad. Los
iones tienen una carga positiva, en tanto que la de los electrones es
negativa. Dado que las cargas opuestas se atraen, normalmente de
aproximan entre sí y acaban cancelándose mutuamente.
En agosto de 2014, sin embargo, el equipo de Jordan presentó los
resultados de simulaciones que predicen que las tormentas solares
intensas causarían que el regolito de las regiones en sombra perpetua
(PSR, por sus siglas en inglés) acumulase carga en estas dos capas hasta
que esta fuera liberada explosivamente, como un relámpago en miniatura.
Las PSR son tan gélidas que el regolito en ellas se convierte en un
conductor extremadamente pobre de electricidad. Por tanto, durante
tormentas solares intensas, se supone que el regolito disipa la
acumulación de carga demasiado despacio, no pudiendo evitar los efectos
destructores de una descarga eléctrica súbita, llamada ruptura
dieléctrica. Se estima que el alcance de este proceso es suficiente como
para alterar el regolito.
El citado proceso no es completamente nuevo para la ciencia espacial:
las descargas electrostáticas pueden suceder en cualquier material
escasamente conductor (dieléctrico) expuesto a una intensa radiación
espacial, y es en la práctica la causa principal de las anomalías que
padecen las naves espaciales, tal como argumenta Timothy Stubbs, del
Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, en Greenbelt, Maryland,
Estados Unidos, coautor de la investigación.
NCYT
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