Los ingredientes son: magnesio, silicio, hierro, oxígeno, aluminio, níquel, calcio, sulfuro y agua esparcida por asteroides
Una científica del Centro Harvard-Smithsoniano para Astrofísica (CfA), Courtney Dressing, ha publicado la receta para «cocinar» un planeta como la Tierra, aplicable a mundos en estrellas distantes. «El Sistema Solar no es tan único como podríamos haber pensado. Parece que los exoplanetas rocosos usan los mismos ingredientes básicos», ha explicado.
Bajo esta premisa, la receta para crear un pequeño modelo de planeta incluye los siguientes ingredientes: una taza de magnesio, otra de silicio, dos de hierro, dos de oxígeno, media cucharadita de aluminio, media de níquel, media de calcio, un cuarto de sulfuro, y un vaso de agua esparcida por asteroides.
En cuanto a la forma de preparación, se recomienda «mezclar bien en un bol grande, formar una bola redonda con las manos y colocarla cuidadosamente en un área de la zona habitable alrededor de una estrella joven. Sin remezclar, calentar hasta que la pieza se convierta en una caliente bola brillante de color blanco».
Luego, hay que «hornear durante unos pocos millones de años. Enfriar hasta que los cambios de color de blanco a amarillo y a rojo den forma a una costra dorada y marrón. No debe emitir más luz. Sazonar con una pizca de agua y compuestos orgánicos. Se encogerá un poco por los escapes y la formación de nubes de vapor y océanos. Entonces habrá que hacerse a un lado y esperar unos cuantos millones de años para ver qué pasa. Si tienes suerte, un fino glaseado de vida puede aparecer en la superficie de tu nuevo mundo».
Bajo esta premisa, la receta para crear un pequeño modelo de planeta incluye los siguientes ingredientes: una taza de magnesio, otra de silicio, dos de hierro, dos de oxígeno, media cucharadita de aluminio, media de níquel, media de calcio, un cuarto de sulfuro, y un vaso de agua esparcida por asteroides.
En cuanto a la forma de preparación, se recomienda «mezclar bien en un bol grande, formar una bola redonda con las manos y colocarla cuidadosamente en un área de la zona habitable alrededor de una estrella joven. Sin remezclar, calentar hasta que la pieza se convierta en una caliente bola brillante de color blanco».
Luego, hay que «hornear durante unos pocos millones de años. Enfriar hasta que los cambios de color de blanco a amarillo y a rojo den forma a una costra dorada y marrón. No debe emitir más luz. Sazonar con una pizca de agua y compuestos orgánicos. Se encogerá un poco por los escapes y la formación de nubes de vapor y océanos. Entonces habrá que hacerse a un lado y esperar unos cuantos millones de años para ver qué pasa. Si tienes suerte, un fino glaseado de vida puede aparecer en la superficie de tu nuevo mundo».
Un telescopio en las Islas Canarias
La clave para esta receta ha sido el instrumento HARPS-North del Telescopio Nazionale Galileo de 3,6 metros, emplazado en las Islas Canarias. HARPS es sinónimo de buscador de planetas de velocidad radial de alta precisión, informa la Universidad de Harvard.
Está diseñado para medir con precisión la masa de pequeños mundos, del tamaño de la Tierra. Esas medidas son cruciales para determinar las densidades y, por lo tanto las composiciones.
«Para encontrar un mundo verdaderamente similar a la Tierra, deberíamos centrarnos en los planetas de menos de 1,6 veces el tamaño de la Tierra, porque esos son los mundos rocosos», recomienda Dressing. El documento de presentación de este trabajo ha sido aceptado para su publicación en «The Astrophysical Journal».
ABC
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