Desde el rostro de Hitchcock en las estrellas o las caras de Marte, a las iniciales de Hawking en los restos del Big Bang o un humanoide en Mercurio
1 El rostro de Hitchcock, en las estrellas
Una pareidolia es una sensación que todos hemos experimentado. Sucede cuando nuestro cerebro no puede evitar conferir una identidad reconocible a cualquier forma de la naturaleza. Algunas de las más fantásticas pareidolias ocurren en el espacio y todas tienen una explicación que, por lo general, dista mucho de lo que ha maquinado nuestra imaginación. Esta es una de las más curiosas. Es el rostro de Alfred Hitchcock perfilado en el semillero de estrellas NGC 3324, en la nebulosa de Carina, a 7.500 años luz de la Tierra.
Allí se están formando miles de estrellas, y la intensa radiación ultravioleta de los jóvenes astros hace brillar las densas nubes de gas primigenio con vivos colores. La presión de la radiación, además, mueve las masas gaseosas y les confiere las formas más extrañas, incluso la de un rostro humano, forma que durará varios miles de años antes de deshacerse.
Este «cameo» espacial del genial director británico fue captado con la cámara de campo profundo del telescopio MPG/ESO, en el observatorio de La Silla, en Chile.
Allí se están formando miles de estrellas, y la intensa radiación ultravioleta de los jóvenes astros hace brillar las densas nubes de gas primigenio con vivos colores. La presión de la radiación, además, mueve las masas gaseosas y les confiere las formas más extrañas, incluso la de un rostro humano, forma que durará varios miles de años antes de deshacerse.
Este «cameo» espacial del genial director británico fue captado con la cámara de campo profundo del telescopio MPG/ESO, en el observatorio de La Silla, en Chile.
2 Las iniciales de Stephen Hawking, en los restos del Big Bang
Entre los restos del Big Bang captados por la sonda Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP) de la NASA, escondidas en el microondas cósmico, pueden apreciarse las iniciales «SH», las de Stephen Hawking (Tratándose del Universo no puede ser otro). En realidad, el equipo de la WMAP, utilizó en su día lo que parecían las iniciales del nombre del genial físico británico para llamar la atención sobre unas anomalías llamadas anisotropías, que han desconcertado a los físicos y han dado lugar a diferentes exóticas teorías. La cuestión es que si algo tan poco probable como las iniciales de Hawking pueden aparecer en el mapa cósmico, las posibilidades de dar con otros patrones extraños también pueden ser altas. «Creo que se trata de un efecto psicológico. La gente quiere encontrar cosas inusuales», explicaba el responsable de la WMAP, el científico Charles Bennett.
3 Un manatí gigante en los restos de una supernova
El remanente de una supernova de 20.000 años de antigüedad conseguida con el Very Large Array (VLA) de Nuevo México (EE.UU.), uno de los observatorios radioastronómicos más importantes del mundo, proporciona esta magnífica pareidolia, una nube gigante que se asemeja al manatí de Florida. W50 es uno de los restos de supernova más gigantescos nunca vistos por el VLA. Con casi 700 años luz de diámetro cubre dos grados en el cielo, que es el lapso de cuatro lunas llenas.
La enorme nube W50 se formó cuando una estrella gigante, situada a 18.000 años luz de distancia en la constelación del Águila, explotó como una supernova hace 20.000 años, enviando sus gases hacia el exterior en una burbuja en expansión.
Los manatíes de Florida, de unos 10 metros de largo y 500 kilogramos de peso, pasan gran parte del día descansando, muchas veces sobre la espalda con sus aletas cruzadas sobre su vientre, una estampa que se asemeja a la forma de W50. Además, muchos se lesionan con las hélices de los barcos, por lo que suelen tener profundas cicatrices similares a los arcos realizados por los chorros de gran alcance en el remanente de la W50.
4 El humanoide de Mercurio
Es la última pareidolia que nos regala un nave de la NASA. La sonda Messenger de la NASA, la primera en orbitar Mercurio, ha fotografiado lo que parece ser un humanoide tumbado sobre la superficie del planeta más próximo al Sol, cerca del cráter Caloris. El extraño personaje no es más que la forma de un viejo bloque encajonado en carbonita que se formó del material expulsado durante la formación del cráter hace 3.900 millones de años.
5 La gran cara de Marte
Es, sin duda, una de las pareidolias más famosas, y también de las que han dado lugar a más teorías disparatadas. Captada por la sonda Viking 1 en 1976, la «cara de Marte» mide unos 3 kilómetros de largo por 1,5 de kilómetros de ancho y está ubicada en la región de Cidonia. Hay quien quiso interpretar el hallazgo como la prueba de la existencia de una civilización extraterrestre, pero no es una recreación artificial. Solo es una formación geológica natural, un sencillo montículo capaz de engañar nuestros sentidos.
6 Los árboles marcianos
Hileras de árboles se alzan sobre la arena marciana cerca del polo norte del planeta. ¿Árboles en Marte? La fotografía podría engañar a los más crédulos, pero es que sin duda lo parecen. La impactante y bellísima imagen fue tomada por HiRISE (High Resolution Imaging Science Experiment), una potente cámara de alta resolución a bordo de la misión MRO, actualmente en órbita de Marte. Pero solo es una ilusión óptica. Lo que parecen árboles no son más que estructuras planas formadas por arenas basálticas que afloran a la superficie de las dunas y que se subliman en vapor debido a la acción de los rayos del Sol.
7 La nebulosa Cabeza de caballo
La nebulosa Cabeza de Caballo es realmente espectacular. Parece un colosal caballito de mar en un proceloso océano de polvo y gas, por lo que es uno de los objetos cósmicos más observados por astrónomos profesionales y aficionados. La impresionante imagen sobre estas líneas fue tomada recientemente por el telescopio espacial Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) bajo una nueva luz, en infrarrojos. La nebulosa es parte de la nube molecular de Orión, situada a unos 1.500 años luz de distancia de la Tierra en la constelación de Orión. Es una de las regiones más cercanas y más fácilmente fotografiadas en las que se están formando estrellas masivas. Los astrónomos estiman que a la formación todavía le quedan unos cinco millones de años antes de que se desintegre completamente. Más sobre la nebulosa aquí.
8 El Monstruo de las galletas, en Mercurio
Es probablemente la pareidolia más divertida y un buen ejemplo de cómo la cultura popular puede hacernos ver las cosas más prosaicas en los mundos más lejanos. En su día, los propios astrónomos de la misión Messenger de la NASA dieron a conocer la imagen con la pregunta «¿Alguien más piensa que esto se parece al Monstruo de las galletas?». La curiosa fotografía muestra un gran cráter acompañado por otros dos más pequeños que, desde el aire, parecen ojos. Las cuencas fueron formadas probablemente por impactos de asteroides en el pasado del planeta. Estos accidentes geográficos se nos antojan el rostro del popular muñeco azul.
9 El pingüino cósmico y su huevo
Este pingüino cósmico que parece cuidar de su huevo son, en realidad, un par de galaxias en interacción conocidas como Arp 142, que se han dado esta curiosa forma por la destructiva acción de la gravedad entre ellas. El ave gigantesca es la galaxia NGC 2936. Su antiguo bulbo galáctico forma su «ojo», alrededor del cual aún es posible ver donde antes se encontraban los brazos en molinete. Estos brazos alterados ahora dan forma al «cuerpo» del ave como rayas brillantes en azul y rojo en la imagen. La segunda galaxia, la galaxia elíptica NGC 2937, aparece como un óvalo blanco brillante, como si fuera un huevo.
La imagen fue tomada por el telescopio espacial Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).
10 El gorila de Marte
Esta imagen todo un clásico, pero también un perfecto ejemplo de pareidolia. El gorila que parece estar dándose un tranquilo paseo por Marte no es más que una roca sin ningún interés aparte del geológico. La imagen fue tomada por el rover Opportunity en 2004. La fotografía de la roca puede verse en la web del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.
11 El escorpión de Venus
Fotos como esta de la superficie venusiana tomadas por las naves soviéticas Venera en la década de los 70 y comienzos de los 80 fueron suficientes para que unos científicos del Instituto de Estudios Espaciales de la Academia de Ciencias de Rusia sostuvieran el pasado año que el inhóspito planeta podría albergar vida. Como es de esperar, la idea fue tomada a risa por la comunidad científica.
Según los investigadores rusos, en las imágenes «se detectaron objetos de tamaño notable, de 10 a 50 centímetros, que aparecían, mutaban o desaparecían, y cuya presencia (…) en las imágenes difícilmente se explica por las interferencias». Tras el análisis de múltiples fotografías, se aprecian objetos similares a un «disco», un «parche negro» y un «escorpión», sostienen. Incluso esgrimen como, a tenor de la secuencia, el escorpión habría quedado enterrado en la arena tras el aterrizaje para salir de nuevo después a la superficie. Una locura. Más en «Las criaturas de Venus sin pies ni cabeza».
ABC.es
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