Durante la lluvia de Dracónidas que generó el cometa cometa 21P/Giacobini‐Zinner en 2011 se produjeron alrededor de 400 meteoros por hora y 950 kg de fino material que cayó a la Tierra. Así lo confirman las observaciones y datos registrados por un equipo de astrónomos españoles, que publican ahora los resultados en las Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Investigadores del CSIC y las universidades de Huelva, Sevilla, Complutense de Madrid, Castilla-La Mancha y Londres han demostrado que cerca de una tonelada de material procedente del cometa 21P/Giacobini‐Zinner fue depositado en la atmósfera terrestre el 8 y 9 de octubre de 2011.
El suceso ocurrió durante una de las lluvias de estrellas fugaces más intensas de la última década, que registró una actividad de algo más de 400 meteoros por hora. Las trayectorias y otros detalles se publican en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
La mayor parte de las partículas que cayeron tuvieron un tamaño inferior al de un grano de arena. Sin embargo, los sistemas de detección registraron el impacto sobre España de un fragmento con un tamaño inusualmente grande: medio metro de diámetro.
Según comenta el profesor José María Madiedo, de la Universidad de Huelva, este fragmento tenía una masa de unos 6 kg y al colisionar con la atmósfera a unos 83.000 kilómetros por hora generó un bólido o bola de fuego casi tan brillante como la Luna llena.
El bólido Lebrija brilló como la Luna llena
El fenómeno alcanzó su máximo brillo cuando sobrevolaba la localidad andaluza de Lebrija, en honor de la cual se le ha dado nombre al bólido. El bólido Lebrija ha sido clave para esta investigación, pues ha permitido obtener la composición química de las partículas procedentes de 21P/Giacobini‐Zinner.
Junto a datos obtenidos desde el Observatorio de Sierra Nevada (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y el Observatorio Astronómico de La Hita (Toledo), se ha podido concluir que la composición de estos fragmentos se asemeja a condritas carbónaceas, un tipo de meteoritos primitivos caracterizados por contener materia orgánica.
El equipo ha obtenido las órbitas en el sistema solar de una veintena de estos meteoros y, de ese modo, han corroborado el origen en ese cometa periódico de las partículas que produjeron el estallido. Para ello han contado con 25 estaciones de vídeodetección operadas por la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos y con la colaboración de astrónomos aficionados.
El cometa Giacobini‐Zinner circula cada 6,6 años por el sistema solar interior y pasa por el perihelio, el punto más cercano al Sol de su órbita. En ese momento, sublima los hielos y eyecta gran cantidad de partículas que se distribuyen en filamentos.
De ellas, las más antiguas han formado un enjambre que transita cada año la Tierra a principios de octubre. El resultado es una lluvia de estrellas Dracónidas –los meteoros de este cometa provienen de la constelación boreal Draco‐, que golpean la atmósfera terrestre a unos 75.000 kilómetros por hora, una velocidad relativamente lenta comparada con otros enjambres meteóricos.
“Cuando un cometa se aproxima al Sol sublima parte de sus hielos superficiales y la presión del gas impulsa infinidad de partículas que adoptan órbitas alrededor del Sol y forman auténticos enjambres. El estudio demuestra que la tarde‐noche del 8 al 9 de octubre de 2011 la Tierra interceptó tres densos husos de partículas dejadas por el cometa a su paso por el perihelio”, explica el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) Josep Maria Trigo.
Investigadores del CSIC y las universidades de Huelva, Sevilla, Complutense de Madrid, Castilla-La Mancha y Londres han demostrado que cerca de una tonelada de material procedente del cometa 21P/Giacobini‐Zinner fue depositado en la atmósfera terrestre el 8 y 9 de octubre de 2011.
El suceso ocurrió durante una de las lluvias de estrellas fugaces más intensas de la última década, que registró una actividad de algo más de 400 meteoros por hora. Las trayectorias y otros detalles se publican en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
La mayor parte de las partículas que cayeron tuvieron un tamaño inferior al de un grano de arena. Sin embargo, los sistemas de detección registraron el impacto sobre España de un fragmento con un tamaño inusualmente grande: medio metro de diámetro.
Según comenta el profesor José María Madiedo, de la Universidad de Huelva, este fragmento tenía una masa de unos 6 kg y al colisionar con la atmósfera a unos 83.000 kilómetros por hora generó un bólido o bola de fuego casi tan brillante como la Luna llena.
El bólido Lebrija brilló como la Luna llena
El fenómeno alcanzó su máximo brillo cuando sobrevolaba la localidad andaluza de Lebrija, en honor de la cual se le ha dado nombre al bólido. El bólido Lebrija ha sido clave para esta investigación, pues ha permitido obtener la composición química de las partículas procedentes de 21P/Giacobini‐Zinner.
Junto a datos obtenidos desde el Observatorio de Sierra Nevada (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y el Observatorio Astronómico de La Hita (Toledo), se ha podido concluir que la composición de estos fragmentos se asemeja a condritas carbónaceas, un tipo de meteoritos primitivos caracterizados por contener materia orgánica.
El equipo ha obtenido las órbitas en el sistema solar de una veintena de estos meteoros y, de ese modo, han corroborado el origen en ese cometa periódico de las partículas que produjeron el estallido. Para ello han contado con 25 estaciones de vídeodetección operadas por la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos y con la colaboración de astrónomos aficionados.
El cometa Giacobini‐Zinner circula cada 6,6 años por el sistema solar interior y pasa por el perihelio, el punto más cercano al Sol de su órbita. En ese momento, sublima los hielos y eyecta gran cantidad de partículas que se distribuyen en filamentos.
De ellas, las más antiguas han formado un enjambre que transita cada año la Tierra a principios de octubre. El resultado es una lluvia de estrellas Dracónidas –los meteoros de este cometa provienen de la constelación boreal Draco‐, que golpean la atmósfera terrestre a unos 75.000 kilómetros por hora, una velocidad relativamente lenta comparada con otros enjambres meteóricos.
“Cuando un cometa se aproxima al Sol sublima parte de sus hielos superficiales y la presión del gas impulsa infinidad de partículas que adoptan órbitas alrededor del Sol y forman auténticos enjambres. El estudio demuestra que la tarde‐noche del 8 al 9 de octubre de 2011 la Tierra interceptó tres densos husos de partículas dejadas por el cometa a su paso por el perihelio”, explica el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) Josep Maria Trigo.
El día que el cielo cayó sobre nuestras cabezas
- Una tonelada de fragmentos desprendidos de un cometa se precipitó contra la Tierra en octubre de 2011. Una roca de gran tamaño se desintegró sobre España
Entre el 8 y el 9 de octubre de 2011, la Tierra cruzó la estela de gas y polvo del cometa 21P/Giacobini-Zinner dando lugar a una de las tormentas de estrellas fugaces más intensas de la última década. Ese año las Dracónidas cayeron como nunca. Astrónomos de todo el mundo estudiaron el fenómeno, ya que el análisis de estas partículas podía proporcionar, por ejemplo, importante información sobre la composición química del cometa y sus propiedades físicas.
Ahora, un equipo internacional liderado por la Universidad de Huelva ha sido el primero en anunciar sus conclusiones sobre la composición de estos fragmentos. Lo han hecho en una de las revistas más prestigiosas en el campo de la Astrofísica: Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS). Del estudio se concluye que la intensidad de la lluvia fue menor de lo esperado: La NASA estimaba 1.000 meteoros por hora, pero llegaron unos 400. En cualquier caso, la cantidad de material que llegó a la Tierra fue impresionante, aproximadamente una tonelada, la mayor parte en forma de partículas con un tamaño inferior al de un grano de arena. Sin embargo, los sistemas de detección de la Universidad de Huelva registraron el impacto sobre España de un fragmento con un tamaño inusualmente grande: medio metro de diámetro.
Según el José María Madiedo, investigador de la facultad de Ciencias Experimentales de esa universidad, el fragmento tenía una masa de unos 6 kilogramos y al colisionar con la atmósfera a unos 83.000 kilómetros por hora generó una bola de fuego casi tan brillante como la Luna llena.
Sobre Lebrija
El fenómeno alcanzó su máximo brillo cuando sobrevolaba la localidad andaluza de Lebrija, en honor de la cual se le ha dado nombre al bólido. Según los investigadores, el bólido Lebrija ha sido clave para esta investigación, pues ha permitido obtener la composición química de las partículas procedentes del cometa. Otros datos de gran relevancia para el estudio fueron obtenidos desde el Observatorio de Sierra Nevada (Granada), gestionado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía, y desde el Observatorio Astronómico de La Hita, en Toledo.
De esta forma, los investigadores han podido concluir que la composición de estos fragmentos se asemeja al de un tipo de meteoritos llamados "condritas carbónaceas". Estos meteoritos están entre los materiales más primitivos del Sistema Solar y se caracterizan por contener materia orgánica.
El estudio concluye también que los fragmentos desprendidos del cometa Giacobini-Zinner son diez veces más frágiles que los materiales que habitualmente se desprenden de otros cometas. Esto implica que las partículas que produjeron la lluvia de Dracónidas eran muy poco compactas, motivo por el que incluso las de mayor tamaño, como la que produjo el bólido Lebrija, se desintegraron completamente a gran altura en la atmósfera.
El fenómeno alcanzó su máximo brillo cuando sobrevolaba la localidad andaluza de Lebrija, en honor de la cual se le ha dado nombre al bólido. Según los investigadores, el bólido Lebrija ha sido clave para esta investigación, pues ha permitido obtener la composición química de las partículas procedentes del cometa. Otros datos de gran relevancia para el estudio fueron obtenidos desde el Observatorio de Sierra Nevada (Granada), gestionado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía, y desde el Observatorio Astronómico de La Hita, en Toledo.
De esta forma, los investigadores han podido concluir que la composición de estos fragmentos se asemeja al de un tipo de meteoritos llamados "condritas carbónaceas". Estos meteoritos están entre los materiales más primitivos del Sistema Solar y se caracterizan por contener materia orgánica.
El estudio concluye también que los fragmentos desprendidos del cometa Giacobini-Zinner son diez veces más frágiles que los materiales que habitualmente se desprenden de otros cometas. Esto implica que las partículas que produjeron la lluvia de Dracónidas eran muy poco compactas, motivo por el que incluso las de mayor tamaño, como la que produjo el bólido Lebrija, se desintegraron completamente a gran altura en la atmósfera.
SINC
ABC.es
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