Neil Ibata, un estudiante francés de 15 años que realizó unas
prácticas en el observatorio astronómico de Estrasburgo, se ha
convertido en el primer ser humano que sabe que las galaxias enanas
cercanas a Andrómeda se mueven rotando alrededor de la gran espiral en
un mismo plano. El colegial aplicó lo aprendido sobre vectores en su
instituto usando un programa informático puesto a punto por él mismo, y
ahora ha contado su descubrimiento en un artículo firmado a medias con
su padre, el astrofísico inglés Rodrigo Ibata, en la prestigiosa revista
científica Nature, y nada menos que en la portada.
“Supongo que no se tiene todos los días la oportunidad de publicar en Nature”, ha declarado con modestia el joven pelirrojo y sonriente al diario Le Figaro. Alumno de primero de Bachillerato en el Liceo Internacional Pontonniers de la ciudad alsaciana, Ibata, que se ha convertido en una celebridad en Francia, ha explicado que hizo un curso sobre el lenguaje informático Python y que su padre le propuso aplicar el programa “para visualizar los datos sobre la galaxia Andrómeda que había reunido durante años con su equipo”.
Entre 2008 y 2011, los telescopios Canadá-Francia-Hawai y el estadounidense Keck tomaron millones de datos e imágenes de Andrómeda y de sus galaxias vecinas, pero fue Neil Ibata el primero en apreciar que la mayoría de esas pequeñas galaxias parecía rotar de forma sistemática. “Al principio no entendí bien las implicaciones que eso podía tener”, ha confesado el joven.
Pero su padre ha explicado en Nature que esas galaxias enanas están de hecho “reunidas en un disco muy plano de más de un millón de años luz de diámetro que gira lentamente alrededor de sí mismo”. Rodrigo Ibata ha añadido: “Desde hace algunos años los astrónomos piensan que las galaxias cercanas a grandes estructuras con Andrómeda o la Vía Láctea no están repartidas de forma aleatoria. Yo mismo no estaba convencido porque eso suponía poner en cuestión las teorías existentes sobre la materia negra y la formación de las galaxias. Y esperaba que nuestras observaciones iban a permitir demostrar que las predicciones eran erróneas”.
Pero la agudeza visual del becario quinceañero aportó la prueba irrefutable de que la intuición era cierta, y Nature ha considerado la revelación tan importante y novedosa como para darle espacio en primera página. Algunos medios locales aventuran que el descubrimiento de los Ibata obligará a replantearse si Einstein y Newton estaban del todo en lo cierto. En cualquier caso, el estudiante, que se declara amante de la física, los vectores y la informática, maneja su salto a la fama con temple y humor: “No creo que oigan hablar más de mí antes de que pasen 10 o 20 años”, ha dicho. Preguntado sobre si piensa seguir los pasos de su padre, Neil Ibata responde: “Me parece que es mejor no hacer exactamente lo mismo que hacen tus padres”.
“Supongo que no se tiene todos los días la oportunidad de publicar en Nature”, ha declarado con modestia el joven pelirrojo y sonriente al diario Le Figaro. Alumno de primero de Bachillerato en el Liceo Internacional Pontonniers de la ciudad alsaciana, Ibata, que se ha convertido en una celebridad en Francia, ha explicado que hizo un curso sobre el lenguaje informático Python y que su padre le propuso aplicar el programa “para visualizar los datos sobre la galaxia Andrómeda que había reunido durante años con su equipo”.
Entre 2008 y 2011, los telescopios Canadá-Francia-Hawai y el estadounidense Keck tomaron millones de datos e imágenes de Andrómeda y de sus galaxias vecinas, pero fue Neil Ibata el primero en apreciar que la mayoría de esas pequeñas galaxias parecía rotar de forma sistemática. “Al principio no entendí bien las implicaciones que eso podía tener”, ha confesado el joven.
Pero su padre ha explicado en Nature que esas galaxias enanas están de hecho “reunidas en un disco muy plano de más de un millón de años luz de diámetro que gira lentamente alrededor de sí mismo”. Rodrigo Ibata ha añadido: “Desde hace algunos años los astrónomos piensan que las galaxias cercanas a grandes estructuras con Andrómeda o la Vía Láctea no están repartidas de forma aleatoria. Yo mismo no estaba convencido porque eso suponía poner en cuestión las teorías existentes sobre la materia negra y la formación de las galaxias. Y esperaba que nuestras observaciones iban a permitir demostrar que las predicciones eran erróneas”.
Pero la agudeza visual del becario quinceañero aportó la prueba irrefutable de que la intuición era cierta, y Nature ha considerado la revelación tan importante y novedosa como para darle espacio en primera página. Algunos medios locales aventuran que el descubrimiento de los Ibata obligará a replantearse si Einstein y Newton estaban del todo en lo cierto. En cualquier caso, el estudiante, que se declara amante de la física, los vectores y la informática, maneja su salto a la fama con temple y humor: “No creo que oigan hablar más de mí antes de que pasen 10 o 20 años”, ha dicho. Preguntado sobre si piensa seguir los pasos de su padre, Neil Ibata responde: “Me parece que es mejor no hacer exactamente lo mismo que hacen tus padres”.
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