De hecho, incluso su aterrizaje fue algo único. Anteriormente, todos los rovers de Marte eran lo suficientemente pequeños como para poder estrellarse contra el planeta y ser protegidos por enormes bolsas de aire.
Sin embargo, Curiosity tiene el tamaño de un coche y no pudo llegar de la misma forma al suelo, sino que utilizó un complejo mecanismo de aterrizaje.
En la atmósfera superior hizo uso de un escudo de calor para desviar el calor generado por la fricción y ralentizar su velocidad. Durante esta etama, el rover pasó de 5,8 km/s a unos 578 m/s.
Un paracaídas supersónico asumió el control a partir de allí, mientras el escudo de calor se separó. El rover siguió reduciendo su velocidad hasta unos 100 metros por segundo. En ese momento su descenso terminó y el paracaídas se desconectó.
Esta etapa de descenso fue impulsada por cuatro propulsores que frenaron y maniobraron el descenso del rover hasta tocar intacto el suelo marciano. Cuando estaba lo suficientemente cerca, el rover fue bajado mediante una especie de grúa.
Todo esto ha creado muchos escombros. De hecho, varios restos de las distintas etapas de descenso fueron observados por las sondas que orbitan Marte.
La última observación fue del paracaídas que sigue moviéndose al son del viento marciano medio año después de haber llegado allí. La NASA publicó una animación del paracaídas formada a partir de siete imágenes capturadas por HiRISE a lo largo de varios meses.
En la imagen se nota claramente que el paracaídas se movió en su contacto con el viento, pero no demasiado.
No hay comentarios